Si eso que llaman ‘comedia de acción’ no me simpatiza cuando se hace con ganas y talento, combinando una historia coherente, escenas de riesgo elegantes y sketches trabajados, cuando lo que se mete en la coctelera es humor chabacano y acción casposa el resultado se me hace una bola de imposible digestión. Y cuando ambos ingredientes pretenden estar compartimentados con la acción para el correcto Mark String y la comedia para el sobrevalorado estomagante Sacha Baron Cohen, la única pregunta es qué falla en mí para aguantar este bodrio hasta el final con el único propósito de escribir luego la crítica. ¿Por qué no hago como la gente normal que reseña la película con sólo captar el tono a los cinco minutos? La respuesta es sencilla: transtorno obsesivo... pero no vayamos por ahí.

A pesar de estar dirigida por el notable Louis Leterrier y disponer de recursos humanos decentes como el mencionado Strong, el potente Ian MacShane, la adorable Isla Fisher y nuestra Penélope, “Agente contrainteligente” es una película cien por cien Sacha Baron Cohen, cuya presencia y estilo contaminan cada uno de los segundos de metraje impidiendo que tenga visibilidad nada que no sea un chiste malo suyo, un sketch trasnochado suyo o una grosería suya. Hay momentos en que una trama de espionaje trata de arrancar, pero Cohen se encarga de cortarle las alas quitando todo atisbo de seriedad.

Y lo peor es que tampoco es tan graciosa. Recicla gags ya vistos en otras películas, como el de los protagonistas disfrazados de paquidermo montados por un macho en celo que ya vimos hace treinta años en “Top Secret”, aunque con mucho más talento e infinito mejor gusto. Otros son más originales, aunque dependen completamente de la opinión que te merezca el susodicho Cohen. Si te va el rollo Borat, dale una oportunidad a “Agente contrainteligente”. Si por el contrario crees que Borat tiene la gracia donde las avispas, de verdad, ahórratela... Salvo que tengas que escribir una crítica, claro.