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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
1
Thriller. Drama Cuatro jóvenes estudiantes con ganas de mucha juerga acaban en la cárcel, tras ser sorprendidas en una casa llena de drogas durante sus locas vacaciones escolares de primavera (spring break). Pronto salen bajo fianza gracias a un joven traficante de armas y de drogas (James Franco) que ve en las chicas a unas potenciales delincuentes que podrían serle útiles. (FILMAFFINITY)
16 de julio de 2014
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noticia friki de hace unos días ocurrió frente a la clínica universitaria de Tubinga, una ciudad alemana universitaria de antiguas tradiciones situada 40 kilómetros al sur de Stuttgart, cuando una vagina gigante atrapa a un estudiante norteamericano. La noticia matizaba luego que se trataba de una estatua y que un imbécil se había colado en ella con motivos jocosos (haciendo el gilipollas, vamos) sin luego poder salir. Pues si existiera una escultura en forma de ano, esta mierda de película llamada “Spring Breakers” podría salir de él.

Realmente, no estamos ante una película sino ante el intento de dos exniñas Disney (Selena Gómez y Vanessa Hudgens) y dos amigas suyas (conocidas del público norteamericano, desconocidas aquí) encasilladas como monjas tras una vida de papeles de adolescentes de renacer en el mundo del cine de verdad. Viene a ser un poco eso que ha hecho Hannah Montana de prostituirse poquito a poco (un magreo por aquí, un perreo por allá, media teta, cuarto y mitad de culo…) pero de golpe, o sea aplicando eso de más vale una vez rojo que ciento colorado, haciendo todo el ridículo y enseñando todo lo enseñable de una vez, en la misma película. En todo caso, para borrar toda una vida de horteradas y niñerías Disney hace falta algo más que restregarse unas con otras en paños menores y para ser actrices de verdad algo más que ser capaz de estar hora y media diciendo todo el rato “hijo de puta”,”mierda” y “culo”.

Estéticamente, la “película” se basa en un montaje eléctrico (o sea indiscriminado uso del corta y pega) al servicio de la discutible filosofía de la película de desvelar al mundo lo que pasa en las Semanas Santas americanas. Por lo que se ve, mientras aquí paseamos santos y nos emocionamos y lloramos… Miami se convierte en una bacanal universitaria donde todo el mundo está borracho y/o colocado y tiene sexo en grupo, como una especie de “Gandía Shore” concentrada. Para marearnos un poco e impregnarnos del ambiente, la película está completamente desestructurada, sin ritmo, sin lógica ni en el espacio ni en el tiempo, alternando sin pudor flashbacks, monólogos interiores, diálogos exteriores o sidebacks generalmente separados por secuencias playeras de borrachos salidos y tías en topless. Puaj.

El mensaje queda claro en el minuto cinco y, para muchos, ya era conocido: a la juventud le pueden las hormonas. ¿Qué hacemos para rellenar la hora y media que queda? Pues inventarnos una historia absurda de mafiosos que no se aguanta por ningún lado y, para disimular, provocamos y llamamos la atención haciendo que las niñatas Disney se toquen, se restrieguen y digan cosas todo el rato cosas calenturientas como puta, culo, coñito y follar. Además, las vestimos de zorrillas y hacemos que empuñen armas, que siempre habrá algún pajillero amigo del fetichismo al que le guste. Guauu… me pone tanto como “Mujeres, Hombres y Viceversa”, de hecho, sus supuestos diálogos interiores parecen sacados de la cabeza de Paquirrín o de algún tronista. Puaj.

Cada plano es un crimen a la cinematografía (entendida como arte) y da para una crítica en sí mismo. Si tuviera que destacar algo por lo que este truño es un truño del nivel más bajo, me quedaría con alguna frase de James Franco («Mirad mis mierdas, cabrones, mirad mis mierdas. Soy un cabrón con cojones, soy la puta estrella de la muerte»); con el incomprensible papel de James Franco (el tío dice que es el matón más malo y cruel porque «tengo gorras y camisetas de todos los colores… hasta aceite bronceador tengo» (?)); con un sonrojante tiroteo final a la altura de “Sevilla Connection” y por las desconcertantes críticas positivas de algunas revistas especializadas que solo se explican por las ganas de promocionar a estas pájaras. Puaj.

Basura para el cerebro. Mediocridad disfrazada de provocación y de “no la entiendes porque no estás en la onda”. Puaj.
OsitoF
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