Uno de los grandes referentes del cine LGTBI que generó en su día cierta controversia por ciertos comentarios en relación a la necesidad de escenas de sexo notablemente explícitas y que fueron aprovechadas por los de siempre para hacerse las víctimas por supuesta homofobia. Objetivamente, cualquiera que haya visto la película no podrá negar que el erotismo va más allá de lo normal (digámoslo ya, coño: hay penes erectos y vulvas visibles) pero está rodado con clase y cierta elegancia que impiden que nadie sin una mente sucia pueda hablar de pornografía. Siguiendo con la objetividad, no recuerdo ninguna campaña anti-lésbica como consecuencia de su estreno. La película ganó con total normalidad la Palma de Oro en Cannes – de hecho, con más consenso del habitual, sin el habitual runrún de amaños o tráfico de influencias – y el que quiso, fue a verla al cine y el que no, no.

Yo personalmente no empaticé con la película. No por su sesgo lésbico, que también, sino porque no soy mucho de los dramas intimistas. Si la película se llamara “La vida de Matías” y narrara el despertar heterosexual de Matías, estaría escribiendo la misma crítica. Aún así, sí creo que es una película bien construida, con cimientos sólidos y donde las escenas de cama no son tan gratuitas como se puede pensar. ¿Se podrían haber suavizado sin impactar en el resultado? Sí, muy posiblemente, pero lo mismo se puede decir del 90% de desnudos en el cine actual - y en el 99% de las series-. Visto con espíritu crítico, lo que más destacaría de la película es lo bien que parece conocer los mecanismos de los primeros amores – y creo que esto vale tanto para homos como para heteros-. El recorrido de Adele por el camino de la sexualidad está contado de una forma que creo que todo el mundo reconocerá como familiar: los nervios de la primera pareja, de la primera vez, el primer desengaño, el segundo amor con lecciones aprendidas, la construcción de una vida en común, el peligro de la rutina, el compaginar los sueños de pareja con las ambiciones personales…

La verdad es que cuanto más lo pienso, más valoro que “La vida de Adele” sea capaz de contar tanto en tan poco tiempo sin parecer apresurado o forzado. Y, para mí, lo mejor es llegar donde casi nadie más llega, a contar lo que nadie quiere ver porque suele ser doloroso identificarse: el después de lo que parecía la relación de tu vida, el madurar y ver a la otra persona con otros ojos, con todas sus virtudes y todos sus defectos. El pensar en todas las decisiones que te han conducido ahí y si ha merecido la pena. “La vida de Adele” es tan natural como la vida misma, es como ponerse delante de un espejo. A lo mejor por eso es tan interesante. A lo mejor por eso no me dejó buenas sensaciones. A lo mejor por eso no empaticé.