Empezaba ya a preocuparme. Cuando comencé a escribir críticas en esta página tenía la convicción de que los remake aceptables, aquellos que realmente aportaban algo en el plano técnico, eran la excepción y no la norma de un modelo de cine demasiado acostumbrado a repetir plano a plano éxitos del pasado con actores de moda. Pero, mira tú por donde, salen “Robocop”, “Desafío total”, “Dredd” y hasta “Ben-Hur” y hacen revisiones que aprovechan las mejoras en efectos visuales y digitales para ofrecer producciones razonablemente innovadoras que, aun careciendo de la capacidad de sorpresa de las originales, sí resultan curiosas, atractivas y, en cierta medida, entretenidas. “Los siete magníficos” de Fuqua lo tenía todo para ser parte de mi grupo de remakes selectos, porque aunque sería un remake de un remake, el haber visto la original siendo muy pequeño y sin tener apenas recuerdos de ella, lo normal es que todo me pareciera novedoso por falta de referencias de comparación.

Pero a pesar de que me gusta el cine de acción y el western, los nuevos siete magníficos me aburren. Quema pólvora como si no hubiera un mañana pero sin demasiado criterio y tanta estrella en el reparto no funciona. Pratt va a su rollo y Denzel al suyo, sin química alguna y sin ganas de trabajarla, como dos gallos que pensaran que las mejores líneas de guion deberían ser suya por derecho. El resto de caras conocidas asumen con desgana que son relleno y que tienen que pelear por las frases que no quieran Pratt y Denzel, por lo que se pasean por pantalla con la mínima profesionalidad que marca el decoro. Tampoco ayuda la atmósfera woke que se respira con la forzada inclusión de un oriental, un nativo americano, un afroamericano, un latino (aunque este ya estaba presente en la original) y un personaje de tendencia sexual ambigua.

La estructura narrativa tampoco adolece de un exceso de talento. El argumento de chica en apuros que pide ayuda a unos tíos duros para defenderse de otros macarras se implementa en las tres partes esperadas (introducción, reclutamiento y mascletá) con una distribución de recursos extremadamente asimétrica: dos minutos para que veamos lo malos que son los malos, una breve presentación de los personajes y más de hora y media de batalla. La fase del reclutamiento, que debería ser dinámica y divertida, con su momento de protagonismo individual en el que cada uno exhibe sus habilidades discurre de manera seria y rutinaria como con ansia de pasar al turrón lo antes posible. En principio, nada que objetar... siempre que se tenga claro que hay material para tanta traca sin terminar cayendo en la repetición. Que no es el caso.

Llegan los malos al pueblo y empieza la masacre. Sin más. Sin gracia. Muchos tiros con amplio repertorio de coreografías infantiles (los que acribillan a un señuelo y mueren cuando el bueno sale por sorpresa de un barril o una caja, el que muere abatido desde el tejado gritando aaaahhhh mientras cae sobre el pajar, el francotirador con mira prehistórica que mata malvados que se creen a salvo…) y algún que otro truco circense con cuchillos y explosivos. Así hora y media en la que la puntería de unos es perfecta y la de otros nula, unos esquivan balas a quemarropa y otros mueren con balas perdidas, unos buscan coberturas y otros la muerte al descubierto. Lo mejor que se puede decir de la planificación es que ha dimensionado correctamente el número de villanos para que puedan morir a gusto y rellenar metraje. Ni un giro. Ni una sorpresa que funcione. Todo confiado a la muerte en cantidad, no a la calidad (ni mucho menos a la originalidad).

“Los siete magníficos” de Fuqua entretiene por saturación. Es vistosa, todo el rato pasan cosas y permite la conciliación con la vida familiar. Puedes empezarla, ir a preparar la comida, volver, ver como matan a unos cuantos, ir a dar de comer al crío, ver que quedan ciento y pico malos con vida, abrir al de Amazon, retomarlo cuando quedan setenta, contestar al washup… y así hasta que ya van quedando sólo algunas decenas y se percibe que se acerca un desenlace con el interés de ver quién sobrevive y quién no. No es que importe demasiado, porque nadie se ha preocupado de mostrarnos elementos de sus vidas que nos permitan empatizar con ellos, pero ofrece cierta curiosidad.

No sé. La ves y no pasa nada. No se puede decir que sea mala, ni que decepcione… pero no me han quedado ganas de volver a verla. Ni siquiera sus mejores momento.