Era inevitable que más pronto que tarde alguien advirtiese que en el «Universo Apatow» existía un resquicio que justificaba una nueva película en la línea de “Supersalidos”, “El cambiazo” o “Hazme reir” haciendo lo mismo de siempre pero desde una óptica femenina. Y cuando digo hacer lo mismo, me refiero a presentar en escena personajes hablando sin tapujos de cosas aparentemente íntimas como el coito, la menstruación o el estreñimiento como si fuese lo más normal del mundo, el eje central de nuestras vidas y algo de lo que se hable en cualquier parte (trabajo, metro, comida familiar…) a todas horas.

Todas, o casi todas las películas de este universo (y cuando hablo de Apatow no me refiero a él como productor/director sino como concepto) han estado orientadas a amigos y grupos de amigos, en masculino, que presentaban sus puntos de vista (groseros y exagerados) desde una perspectiva a todas luces falocéntrica. Tan oportunista e interesada como cabía esperar, esta “La boda de mi mejor amiga” va de eso, de chicas hablando de lo difícil que es ser chica en un mundo de hombres, de lo egoístas que son los hombres, de lo difícil que es encontrar un hombre y, en general, de marujeces adornadas con pretensiones filosóficas supuestas reivindicaciones feministas. Porque vale que las formas pueden ser muy de igualdad y todo eso, con mujeres igual de malhabladas que los hombres, hablando de sexo como hombres y utilizando libremente su cuerpo como se supone que hacen los hombres… pero en el fondo su objetivo en la vida es encontrar un hombre para casarse, su vida gira en torno a estar perfecta para él y su mayor ambición es tener hijos.

El modelo narrativo es el esperado. Se nos presentan a la protagonista, malviviendo con un trabajo sin futuro y sin novio a la vista, con el único apoyo de una amiga que, de pronto, se casa. A partir de ahí empieza una espiral de catastróficas desdichas en las que la pobre mujer no deja de caer más y más bajo, humillándose y poniéndose en ridículo (casi todos los gags son de comedia de situación en los que ella paga un pato de diversos grados de escatología) hasta que toca fondo y todo se arregla. Entre medias mucho chiste fácil y grosero (ver a una tía cagándose encima puede ser novedoso pero discutiblemente divertido) y mucha autoayuda de Carrefour.

Se puede ver una vez, por aquello de que tiene algo de curioso. Pero no es una buena película de la que te acuerdes dentro de unos días. Lo mejor es que puso a una buena actriz como Kristen Wiig en el panorama.