Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de OsitoF:
3
Drama Rusia, a finales del siglo XIX. La actriz Irina Arkadina (Annette Bening) es una veterana y vanidosa estrella del teatro moscovita que pasa parte del verano en una idílica finca junto a un lago, propiedad de su hermano enfermo (Brian Dennehy). Allí compartirá los días con su amante, el escritor Boris Trigorin (Corey Stoll), su hijo (Billy Howle), aspirante a escritor, y la joven e ingenua actriz Nina Zarechnaya (Saoirse Ronan). Ellos, y ... [+]
29 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ser un experto, diría que la literatura rusa es un reflejo de la idiosincrasia anárquica de ese pueblo que se manifiesta en toda clase de disciplinas, como el propio cine, el deporte o incluso la tecnología. Un talento personal incuestionable, grandes ideas, brillantes individualidades, pero sin estructura ni cohesión, como si el tratar de poner orden pudiese contaminar la esencia de lo básico. Así, los equipos rusos son capaces de lo mejor y de lo peor, de desquiciar a rivales más poderosos y perder contar adversarios menos potentes. Los inventos rusos a lo largo de la historia han ofrecido soluciones simples e ingeniosas a problemas complejos, pero han carecido de fiabilidad por una sistemática desgana para pulir defectos. Y el cine y la literatura clásicos exigen gran esfuerzo a las mentes occidentales por un estilo desestructurado que abre tramas de las que no se vuelve a saber nada, introduce decenas de personajes que desaparecen tras una o dos escenas para reaparecer cientos de páginas más allá sin motivo aparente, alterna la primera con la tercera persona, el narrador omnisciente con el punto de vista personal, interminables descripciones de paisajes con diálogos filosóficos y reflexiones sobre la naturaleza del amor o la vida, lenguaje llano con formato epistolar y, en definitiva, un collage de estilos y géneros en dos horas de película o seiscientas páginas de libro tan complejo como la vida misma.

Capaz de emocionar y aburrir de manera alternativa varias veces en pocas páginas, leer un libro de Tolstoi, Dostoievski o Grossman es un ejercicio de paciencia en el que hay que recular varias veces para ver qué había dicho este personaje la última vez que apareció cientos de páginas atrás. A cambio, fascina el ambicioso intento de abarcar todos los aspectos de la vida de muchas personas, de describir todos sus contextos y meternos en sus personalidades como si fuese posible plasmar la infinitud de la realidad en un libro. “La Gaviota” es una adaptación de una obra de Chéjov, al que nunca he leído, pero en el que se aprecia toda esa ambición y esa elegante falta de estructura. Lo que no entiendo es por qué si es una producción occidental - estadounidense- protagonizada por actores occidentales - europeos y americanos- y con un target de público eminentemente occidental, no se toma la molestia en tomar la esencia de la obra original y adaptarla a los estándares europeos ordenándola y estructurándola de manera que mitigue el choque cultural. En lugar de eso, se ha tratado de trasladar sin más el libreto con el resultado esperable cuando, claramente, ni director ni actores ni, presumiblemente, guionistas han entendido el concepto original y el intento de encontrar el orden dentro del caos ha dado lugar a una incomprensible historia de amores y despechos plagada de silencios incómodos, innecesarias transiciones, elipsis mal entendidas e interpretaciones fuera de lugar.

Yo creo que había dos enfoques posibles. El primero, ser fiel a Chéjov, dejarse sumergir en el caos y confiar en darle al espectador detalles suficientes como para que él mismo encontrara en su cabeza el orden oculto. El segundo, masticar la obra y hacer una reinterpretación total, quitar todo lo accesorio y contar la historia al modo convencional. Pero tirar por la calle de enmedio metiendo todo lo que trae el libro, sin sacrificios, pero tratando de montarlo y encajarlo como espera el gran público conduce a que lo mejor que se puede decir de esta “La Gaviota” es que es elegante. Fotografía, ambientación y escenografía nos llevan a ese mundo de época de finales del XIX en el que viviremos dos horas a medio camino entre el desconcierto y el aburrimiento.

Fría, lenta y difícil de identificarse con unos personajes que no dejan de dar bandazos imprevisibles y decir la frase menos oportuna en el momento menos conveniente. Mala adaptación y pobre película.
OsitoF
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow