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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
5
Animación. Aventuras. Comedia. Western Spin-off de la saga Shrek, "El gato con botas" se sitúa en el tiempo como la precuela de Shrek 2. Mucho tiempo antes de conocer a Shrek, el Gato con Botas emprendió un viaje aliándose con el ingenioso Humpty Dumpty y con la avispada Kitty Softpaws para robar el famoso ganso de los huevos de oro. (FILMAFFINITY)
14 de diciembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andaba el público de uñas con Dreamworks por el evidente bajón de calidad de la saga Shreck tras una mediocre segunda parte y una nefasta tercera entrega porque lo que empezó siendo una original revisión de los cuentos infantiles, plagada de imaginación y buen humor había degenerado en gags simplones y repetitivos, diálogos apáticos, argumentos vacíos, tramas lineales y, sobre todo, esa percepción de que todos en la compañía son conscientes de que los productos son defectuosos pero aún así los ponen en el mercado sin depurar porque consideran que el la simple marca ‘Shreck’ va a hacer que los niños sigan arrastrando a sus padres a la sala de cine o, viceversa, que los padres arrastren a los niños buscando un rato de tranquilidad. Así que, con la seguridad (o sensación de seguridad) que da saber que tienes público asegurado, se permitieron abaratar costes y se ahorraron invertir en la corrección de esas debilidades… sin pararse a pensar si estaban matando la gallina de los huevos de oro.

Y, en parte, así fue. La posición de la franquicia Shreck en el mundo del cine y del entretenimiento era sólida hasta la soberbia, pero la crítica fue tan unánime (por una vez con criterio) y el público se sintió tan decepcionado, que si bien las salas se siguieron llenando, el caché del personaje, su merchandaising y, sobre todo, su impacto mediático sí se vieron tocados. En medio de ese panorama, a los genios de Dreamworks no se les ocurrió otra cosa para remontar que sacar un spin-off con una de las pocas cosas salvables que habían funcionado en las entregas recientes: el personaje del Gato con Botas. La idea no era mala en sí misma ya que, de salir bien, frenaría la sangría de críticas, generaría confianza de cara a futuras entregas del ogro verde y, encima, abría la puerta a una nueva saga - por no hablar del posible pastizal en taquilla y mercadotecnia -. Incluso saliendo mal, no era probable un batacazo en taquilla y a nadie le importaría la reputación de un personaje ya amortizado.

El resultado final sigue aún siendo objeto de debate hoy en día a todos los niveles. Personalmente creo que “El Gato con Botas” contiene todos los vicios y defectos de aquejaban a la saga Shreck en aquel momento, fundamentalmente una visible falta de talento o competencia en el guion para dar consistencia a una historia superficial, que tiene toda la pinta de haber sido hecha prisas, pensando cuatro momentos clave en los que invertir esfuerzo y efectos y rellenando el resto con viajes y conversaciones random. O sea, precisamente lo que se le reprochaba a la franquicua: en caso de duda o de atasco creativo, Shreck se tiraba un pedo y el Gato con Botas recurre a su vidriosa mirada angelical hasta desgastarla. La novedad hace que la película resista la primera media hora, pero se le ven las costuras pasado ese tiempo. Indudablemente tiene algún buen momento esporádico, varios gags funcionan por sí solos y el gato tiene su gracia (probablemente más para los extranjeros que para más de un español y más de dos al que el doblaje/interpretación de Antonio Banderas se nos haga bola).

Al final, “El gato con botas” está más cerca de “Shreck 2” (hacer caja viviendo de rentas) que de “Shreck 3” (hacer caja viviendo del cuento). Ni reflotó la franquicia, ni la remató, ni tampoco el personaje se asentó más allá de secundario recurrente vendecamistas, cosa que tampoco es para avergonzarse: yo tengo una taza de comprada por 10 libras en el Show de Shreck de Londres. Probablemente, cumplió con unas expectativas no demasiado ambiciosas: buena recaudación, críticas indiferentes, nominaciones a premios de animación y razonable satisfacción de un público no demasiado exigente.
OsitoF
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