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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
6
Drama A principios de los 80, Pierre Durand abandona la abogacía para dedicarse en cuerpo y alma a su pasión: el salto de obstáculos a caballo. Apoyado por su padre, lo apuesta todo a un joven caballo en quien nadie cree: Jappeloup. Demasiado pequeño, extraño, imprevisible, lleno de defectos aunque también de extraordinarias cualidades. Prueba tras prueba, el dúo progresa, imponiéndose en el mundo de la equitación. Llegan entonces los JJOO de ... [+]
22 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por poner en contexto ese galimatías que es el títilo “Jappeloup: de padre a hijo”, Jappeloup es el nombre de un caballo. Concretamente el de un caballo de alta competición en esa modalidad hípica en la que el caballo y el jinete (el jinete sobre el caballo) recorren un circuito con obstáculos en forma de vallas, setos y charcos tratando de acabarlo en el menor tiempo posible sin tirar ni un madero ni mojarse, porque les quitan puntos. La película se articula como una historia de superación doble: por un lado Jappeloup es lo contrario a un caballo saltador, aunque con mucho potencial y gran corazón, pero que parece destinado a correr o dar paseos. Por otro lado, su dueño Pierre es jinete de vocación y abogado de profesión, con ganas de hacer en la vida algo más que perseguir ambulancias.

La película no es novedosa en ningún sentido, su desarrollo es el habitual del género recorriendo los lugares comunes al ritmo habitual y de la forma esperada. Tampoco es especialmente interesante (bueno, quizá entre los aficionados a la equitación) habida cuenta de que la cría de caballos y las competiciones equinas no se cuentan entre las aficiones del público mayoritario. Lo que sí tiene atractivo (y aprovecha bien) es el contar una historia basada en hechos reales y en la que los caballos, esos animales nobles y mejores muchas veces que las personas, son realmente protagonistas. También tiene su atractivo esa ambientación en una finca rural francesa, tan habitual de su cine, que es a la vez granja, rancho, palacete, chalet y casa rural, contra la que no podemos oponer nada parecido en España

Otro pilar importante de la película es su protagonista Guilleuame Canet, lo contrario no ya al humor histriónico francés sino a las emociones mismas. Ojo, que el chico no es un psicópata ni un caracartón, es capaz de varios registros aunque dentro de una misma área interpretativa de seriedad, mesura y contención. A la película, que recordemos que va de fascinantes competiciones equinas, le van bien sus características; pero no para transmitir emociones (para eso ya está el caballo, con el que empatizamos todos) sino para creer que no nos mienten cuando nos cuentan que está basada en los sucesos reales en los que dicen que está basada.

Cierto que resulta algo fría. Oscura, incluso, más oscura de lo que parecería requerir una película de este corte. Desconcierta, la verdad. Pero es interesante, cuenta una historia consistente de manera sólida y se deja ver con agrado. Y hay caballos todo el rato por todas partes.
OsitoF
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