Cualquiera que esté confinado en casa por la historia esta del coronavirus y se pase, como yo, horas y horas de la tele, habrá percibido cambios en las parrillas televisivas de las cadenas generalistas que ya no pueden grabar concursos ni series y viven de los informativos, de refritos y de sobredosis de películas, cuando antes el cine estaba relegado a los truños alemanes de los sábados por la tarde y el taquillazo de la semana. En este tsunami de cine televisivo nos encontramos con la ración esperada de cine europeo de bajo coste – y calidad-, con clásicos de siempre – grandes éxitos y gracasos- y, en ocasiones, con películas atractivas de actores conocidos o semiconocidos que, por alguna razón, pasaron desapercibidas y nunca se oyó hablar de ellas.

Esta “El último testigo” es una de ellas. Una más que interesante película de agentes secretos que, sin tanto presupuesto como James Bond o Jason Bourne, logró tenerme en tensión durante más de tres cuartas partes de su metraje. No tiene grandes escenas de acción, de hecho, hay solamente un par de tiroteos, alguna explosión y varias persecuciones normalitas… pero la historia es muy sólida y convincente. Sus protagonistas, Aaron Eckhart y Olga Kurylenko, con sus perfiles de actores conocidos-pero-no-demasiado encajan perfectamente en el perfil bajo – pero de calidad- requerido para no quitar brillo al principal atractivo: su trama en la que diversas organizaciones gubernamentales y corporaciones comerciales se enfrentan en las sombras y colocan a un agente retirado en mitad de un conflicto que el enfrentará a giros argumentales esperados e inesperados. Lo mejor es que, por algún motivo, empatizas con el agente y el agente reacciona ante cada situación como lo harías tú en su lugar, por lo que hay una sensación de inmersión en la película que probablemente haya sorprendido a los propios creadores.

Al final decae un poco al intentar salir de algunos de los jardines en los que se metió, pero que le quiten lo bailado. Que haya aflorado en estos tiempos difíciles permite ponerla en valor y hacerle algo de justicia.