Poner juntos al director de “Piratas del Caribe”, al productor de “Piratas del Caribe”, al protagonista de “Piratas del Caribe” y esperar algo distinto a “Piratas del Caribe” en dibujos animados es pecar de ingenuidad. La pregunta clave es: ¿se parece a la primera parte de la serie “Piratas del Caribe”, a la segunda, a la tercera? ¿O se parece tal vez a la serie de Telecinco protagonizada por Pilar Rubio?

Pues… bueno, podemos descartar la serie de Pilar Rubio, una serie de la que solo conozco en persona a un seguidor, compañero mío de trabajo, y por lo visto únicamente por motivos de estabilidad matrimonial (sí, se ve que de alguna manera que se me escapa, ver esa serie en pareja contribuye a la vida conyugal o al menos eso dice ella… (?)). Tampoco es tan mala como la segunda parte de “Piratas…” (ver crítica para más detalles) ni tan buena como la primera parte (ver crítica también para más detalles)… Así que, en cierto modo, estamos ante algo parecido a la película final a la trilogía: una maravilla técnica desprovista de chispa (ver crítica para etc…).

Jamás pensé que pondría una mala nota a un película de animación y menos a ésta con la pintaza que tenía el trailer y la pasta que se han debido de gastar en director, “protagonistas“ y efectos especiales, pero dejando a un lado lo bien hechos que están los bichos “Rango” es aburrida. Lo siento, pero sí. O quizá la palabra no sea ‘aburrida’, ya que hay secuencias de acción por todas parte, sino ‘pesada’: la película se hace pesada con un argumento ya muy manoseado, que no es más que la excusa para incluir los mismos gags de siempre y todo el repertorio de efectos especiales que se pueda comprar con dinero.

Queda lejos de las obras de referencia de Dreamworks y más todavía de las joyas de Pixar. Los que se hayan emocionado con Carl Friedicksen, Wall-E y Ratatoille o los que se hayan reído con Shreck encontrarán a “Rango” igual de bien realizada (o casi) pero completamente gélida, carente de esa vena conmovedora que hace que nos olvidemos de que se trata de películas de animación; sin esa equilibrada combinación de sentimientos, interés, comedia, acción y actualidad que hacen de cada film de Pixar una obra maestra.

En su lugar, tenemos la habitual mezcla de secuencias de acción hilvanadas por un protagonista carismático que tan buen resultado (económico al menos) ha venido dando en la trilogía de “Piratas…” pero que llega aquí desgastada y que, con bichejos parlanes, no funciona tan bien. El estirar la trama a base de interminables monólogos de Johny Deep e inacabables persecuciones que justifiquen la inversión técnica tampoco contribuye a hacer la película más llevadera ni a empatizar con las aventuras de los personajes.

El, insisto, buen hacer digital y algunos aislados puntos de humor made in Bruckheimer la elevan a la categoría “bah, bueno, no es una pérdida de tiempo”, pero decepciona en comparación con lo que se está haciendo por ahí hoy en día.