No estoy relacionado con el cine de Takeshi Kitano. Soy consciente de su fama e importancia, pero carezco de un rodaje en el cine de los Yakuza para valorar algunos puntos de la película.
Aún así, no he quedado contento con la cinta. Todo comienza con un conflicto entre dos familias rivales de los Yakuza que acaba llevando todo por un camino de extorsión, tortura, traiciones y asesinatos constantes. Kitano se muestra transparente con todas y cada una de las perspectivas, lo que da una visión más general. Sin embargo, su necesidad de mostrar constantemente la violencia lleva a que esta pierda su valor y ocurran casi sin que te importe. Cada escena que ocurre tiene que ver con algún momento horrible que lleva a zonas más profundas el conflicto, pero acabo sintiéndolo vacío. Las cosas tienen valor cuando existen de forma controlada y aquí los asesinatos y puñaladas por la espalda son tan constantes que los ves venir. Llega un punto en que la cosa puede rondar el ridículo, como si estás personas no fueran nada más que hombres que asesinan cada mañana después de desayunar. A pesar de abarcar tantos puntos, Kitano solo mira hacia un lado, y aunque valoro su talento con la cámara y la fotografía, también critico un montaje discreto que evidencia el excesivo cambio de escenas que hay; y un ritmo torpe en muchas ocasiones.