El problema de esta obra tan postmoderna y tan consciente de sí misma es que se presta a pagar un peaje especialmente caro al no acertar su guión con un broche acorde con el nivel de exigencia impuesto por el brillante desarrollo de la historia.

No es que el desenlace sea horroroso, pero como dice Robert McKee, maestro de guionistas y personaje clave en la hermana mayor de esta película, "Adaptation", si escribes una mediocridad con un final brillante todos saldrán encantados del cine pero si escribes una obra maestra con un final del montón nadie la recordará (como es el caso de "Pozos de ambición").

Por encima de tan sesudo contratiempo, "Más extraño que la ficción" se alza como una excelente comedia que, de manera casi paradójica, sabe que la clave del éxito no se halla en experimentos metalingüísticos, sino en los pequeños detalles que buscan la complicidad y la sonrisa del espectador.

Perfectos aliados de esta máxima son un director de soluciones visuales tan creativas como el germano-suizo Marc Forster, y unos actores muy cómodos en sus respectivos papeles. Will Ferrell parece tomar como referencia al Jim Carrey de "El show de Truman" como modelo de humorista contenido para una ocasión especial.

Enfrentados a la sobriedad del personaje principal se encuentran los expresivos secundarios. A Dustin Hoffman y Emma Thompson es evidente que les han escrito el papel a medida y con Maggie Gyllenhaal me reconcilio después de lo poco que me gustó en la posterior "El caballero oscuro".