Vulgarmente bonita. Arrolladoramente inútil. Vertiginosamente leve.
Las imágenes prometen un encantador sueño de una mente potencialmente artística. Pero el guión, ya conocido (obviamente), es trucado y cortado donde más duele. Las mejores animaciones son las que, seguro, se quedaron en bocetos. Las interpretaciones se aprueban, pero sin análisis posterior. Las conversaciones son banales y vacías. Creo haber visto esos dibujos en alguna parte, y me agrada encontrarlos con esa leve metamorfosis, con ese goticismo puntual, con esos matices siniestros. Pero... sí, demasiados peros para un 4. Y es que es una película sin sentido, sin argumento definido, con expropiaciones antropológicas y hurtos argumentales. Se hace corta debido a que todo fluye demasiado rápido, como para que los no-niños no se acuerden del guión.
Sé que no soy original preguntado: ¿Dónde está el antiguo Burton que conmovía con sus imágenes (como ahora) y deleitaba con personajes interesantes? Nunca fue el dueño de las buenas elaboraciones, pero funcionaban, quiero otro nuevo Bittlejuice y otro nuevo Eduardo, y los quiero ya.
No recomendaría esta película ni a niños ni a adultos. A los adultos para no aburrirles, y a los niños para no contarles un chiste por el final y saltarme los puntos importantes.
Ah, y se echa de menos al verdadero Johnny Depp, por mucho que Anne Hathaway pretenda robarle los gestos.