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Costa Rica Costa Rica · Me encantan las galletas
Voto de Javier Moreno:
7
7,6
17.394
Animación. Drama. Comedia Emilio y Miguel, dos ancianos recluidos en un geriátrico se hacen amigos. Emilio, que padece un principio de Alzheimer, cuenta inmediatamente con la ayuda de Miguel y otros compañeros que tratarán de evitar que vaya a parar a la planta de los desahuciados. Su disparatado plan tiñe de humor y ternura el tedioso día a día de la residencia, pues para ellos acaba de empezar una nueva vida. Largometraje de animación 2D para adultos, basado ... [+]
17 de enero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tan solo 80 minutos, Ignacio Ferreras nos cuenta algo que se tarda tiempo en comprender, aunque probablemente muy poco en olvidar. Pero el guión no es sólo suyo, está adaptado del cómic de Paco Roca por Ángel de la Cruz, Rosanna Cecchini, Ignacio Ferreras y la ayuda del mismo creador.

Emilio es un anciano que trabajaba en banca y una vez llegado el momento (nunca se sabe cuándo, ni siquiera si ha de llegar) ha sido llevado a un centro para mayores donde cuidarán de él. Allí entablará relación con Miguel, argentino que no tiene familia a la que acudir y vive mejor rodeado de personas de su edad. Miguel no sufre grandes problemas aparentemente, y ayudará a establecerse a Emilio (Rockefeller con cariño) en una residencia donde se dará cuenta de su situación. Emilio sufre Alzheimer, pero es algo que descubrimos junto a él a pesar de que la película no lo esconde. Tras ver a otros compañeros en su nuevo hogar que pasan por etapas más difíciles que la suya, tendrá que hacer la maleta para embarcarse hacia lo que uno nunca puede aceptar.

Arrugas comienza con con un pequeño momento de confusión en el que percibimos que un hijo, harto de un padre que va perdiendo la cabeza, decide muy enfadado poner fin a su personal sufrimiento para dejadez de su anciano padre. Entonces, sin mucho tacto, Emilio es casi abandonado en un geriátrico donde tropieza con verdaderos enfermos que parecen muy ajenos a su realidad. Sin embargo pronto le tocará comprender que no está tan lejos de las situaciones ajenas circundantes. Su compañero de habitación tiene el sucio hábito (aunque nada problemático) de engañar suavemente a los demás para hacerse con algún billete extra (seguramente, aunque no se indica con claridad, es la manera que tiene de sustentar su estancia).

Los demás compañeros van dejando la planta en la que se encuentran para ser enviados a la planta superior, donde yacen los enfermos que no pueden valerse por sí mismo, a la que Miguel no quiere que nadie vaya por miedo a no regresar. Emilio aún tiene algo de orgullo y se vuelve algo receloso y soberbio. Se hace mayor y comienza a olvidar datos, a sufrir pérdidas de objetos.
No hay muchas dudas sobre el desenlace de la película, pero la grandeza no está en ver cómo se desenvuelve el guión, sino en cómo se retratan a unos personajes, principalmente el de Emilio, en un mundo del que sabemos poco. Y sabemos tan poco por no creer que algún día ha de llegarnos a nosotros, por miedo, y además por ceguera personal.

Una descabellada aventura les llevará a tener algo de espíritu como personas semi-abandonadas y ayudará al metraje con humor y algo de respiro. El drama es angustioso, aunque no se clava para herir. Simplemente se muestra una verdad que araña y recuerda que bajo la piel tenemos el mismo aspecto que Emilio.

Algunas claves nos enseñan que con cariño y templanza se puede alcanzar una dignidad que parece perdida. No todos los recuerdos son en vano y, si vivimos momentos intensos, somos capaces de rescatar ciertos retazos que nos ayuden a seguir vivos. La esperanza está perdida, pero la humanidad sigue intacta en aquellos seres que se acercan, se aman y se respetan por encima de caprichos biológicos.

En ocasiones permite que ciertas personas se anclen a momentos que les hagan vivir románticamente algún pedazo del pasado, como si un boceto que mantener con pasión por haberse dibujado entre algodones y caricias. Sin embargo, la poca lucidez suele jugar malas pasadas y amarga la poca existencia a quien pretende alejarse de la ignorancia.

El viaje al que nos lanza Arrugas es bonito, doloroso, pero cercano. La simplicidad de los trazos hace que veamos más palabras que pirotecnia, cosa de agradecer. Pero la profundidad consta de un gran personaje y de las relaciones que se encadenan en aquel geriátrico. Aprendemos, aunque no tanto como debiéramos, que este viaje (ahora real) acumula fotografías como recuerdos y habrá un momento en que se los lleve el viento.

Déjenme una licencia que me vino a la mente cuando percibía esa realidad, porque "todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia". Anuncio del fin.
Javier Moreno
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