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Costa Rica Costa Rica · Me encantan las galletas
Voto de Javier Moreno:
6
Drama Biopic de uno de los iconos de la cultura norteamericana, el poeta Allen Ginsberg, bisagra entre el mundo beat de los 50 y el movimiento hippie de los 60. Howl (Aullido) narra tres historias entrelazadas: el desarrollo de un histórico juicio por obscenidad en 1957, las revelaciones de un artista rebelde que rompe barreras para encontrar el amor y la redención, y un imaginativo viaje a través de una profética obra maestra que sacudió a ... [+]
16 de abril de 2013
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Allen Ginsberg es una figura dentro del arte, al menos dentro de la burbuja contemporánea, que eclosionó cual crisálida en un complejo y poco preparado círculo cosmopolita de la urbe estadounidense. El desarrollo de su personalidad fue decisivo para lo que luego vendría de su mano. Algunos moldes fueron despojados de su exigente forma y la civilización autoproclamada libre hubo de atender a nuevos modos de expresión.

Poeta y libre pensador, dedicó su más que acomodada vida a la búsqueda de un sitio para sí mismo tras enamorarse de Neal Cassady. Su primera experiencia sexual y las dificultades de ser aceptado con independencia de la disposición sexual fueron factores determinantes, así como su clara necesidad de retratar la velocidad a la que se movía la realidad que rodeaba su persona. Bisagra entre la Beat Generation y todo el despliegue artístico y sensorial que inundarían los años 60, Ginsberg fue un gran inspirador de todo un movimiento como el Hippie. Libre de ataduras, las relaciones podían volverse tan flexibles y sensoriales como uno/a deseara, y ese enfoque provocaría la ira de algunos círculos conservadores. También el consumo de estupefacientes, enteógenos y demás drogas supuso un empuje para el arte que en ciernes aguardaba en aquella época. Oscura liberación del espíritu que tuvo que ver en los mismos artistas al mayor de sus detractores, y que poco después de haberse comenzado con un estilo, algunos pretendieron desprestigiar su éxito. Junto con Kerouac, formó una cópula de poesía que daría lugar a muchos más comienzos artísticos.

El biopic "Howl" nos cuenta tres historias alrededor de la mayor influencia beat. Por un lado, la lectura apasionada y honesta de Allen Ginsberg de su famoso poema homónimo. Paralelamente, el propio autor cuenta cómo encontró el amor, la desdicha y el gozo. Y por último, el juicio que se llevó a cabo por el acoso que sufrió su obra, acusada de obscenidad por aquel 1957.

La revelación de su interior, como narración, resulta pobre y sin datos realmente interesantes. Por muy clara y real que se muestre, no emociona tal vez por eso, por su falta de oscuridad. Sin embargo, las ilustraciones para imaginar su viaje interior se hace mucho más mágico. En cuanto al juicio, ya se entrevé desde el comienzo la apología del autor, por lo que no conforma ningún interés el final, incluso aunque no sepamos qué nos deparará. Todo suena preparado para asombrar y enseñar que hubo un tiempo más constreñido sexualmente si cabe. Y no cuela.

Aprender lo que Ginsberg nos cuenta es algo que podemos hacer leyendo su "aullido" sin más, pero viene bien complementarlo con más información, ponerle cara, sentir su desidia, acercarnos a su complejidad, creernos él por un instante. Y el fin de la película es éste. Sin embargo, todo el amor del mundo por el movimiento beat, por la figura del poeta, por la desnudez de la expresión o por la apertura sexual del arte no sirve para hacer una buena película. Además, han de trabajar genios que sepan escribir una historia, que acoplen las imágenes creando sueños, y además, a tono personal, hace falta un actor que, una de dos: o deje una neutralidad con la que conocer al personaje que encarna; o que sea capaz de comerse al original y crear una figura nueva que nos emocione. Por eso culpo, principalmente, a "Howl" de ser víctima de James Franco, quien no consigue en mí poco más que empatía. No convence su aspecto siempre regular, no veo a Allen Ginsberg sino a un tipo intentando hacer de él. Y en ese "intento" reside la poca fascinación que transmite.

Todo el estereotipo estético que conllevó este principio nos llega hasta hoy con aires "vintage", "retro" o "hipster", con cierto amor recolectamos las monturas de pasta, los abrigos grises y ese otoño en las ciudades que tanto enamora a las nuevas generaciones. Por eso esta película podría haber sido todo un icono a nombrar en cualquier conversación cultural para "entendidos", tópico que sacar a relucir entre la élite de los nuevos urbanitas. Pero no, se quedará en un fallido y poco inspirador recuerdo de la figura de Allen Ginsberg, nombre que he pretendido repetir muchas veces en esta reseña con el fin de que, al menos, al nombrar al personaje, entendamos algo mejor quién fue aquel que inauguró tantos modelos actuales.

Tal vez, como homenaje, podamos leer juntos esa primera oración con la que la obra "Howl" comienza:

"He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la locura, famélicos, histéricos, desnudos, arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de un colérico picotazo [...]"
Javier Moreno
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