La película es simple, un tipo encerrado en un ataúd bajo tierra con solo un mechero y una blackberry. Sólo un escenario, las mismas tomas y aunque sea difícil de creer, no aburre, no decae y ni siquiera desvelarlo se puede considerar un spoiler, todo lo que pasa ahí abajo es muy grande.

Suspense y tensión indefinido al más puro estilo Hitchcock, situaciones rocambolescas y un organismo ineficaz e inalcanzable totalmente kafkiano, sin olvidar un ritmo interpretativo y unas conversaciones que dejarían al mismo Tarantino boquiabierto.

Una apuesta arriesgada que explota como un soplo de aire fresco y demuestra que el buen cine se puede hacer con tan poco, probablemente la mejor película de terror y suspense española de todos los tiempos, y el listón está alto. Originalidad y brillantez que escapan a la industria del género, aburrida de hacer remakes millonarios por falta de ideas.

De esas películas que llegas a casa y sigues dándole vueltas al coco. Además por si fuera poco, Ryan Reynolds está inmenso.