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Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
6
Comedia. Fantástico Fontecilla, un pueblo que vivió tiempos de esplendor gracias a la fama de su balneario, sobrevive a duras penas gracias al campo y a un limitadísimo turismo que apenas deja beneficios; ni siquiera el tren para ya en la estación. Don Ramón, el dueño del balneario, harto de su escasa y poco aristocrática clientela, en connivencia con el alcalde, el maestro, el barbero, el dueño del hotel y don José, un acaudalado propietario, urde un ... [+]
4 de noviembre de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay que ser demasiado listo para darse cuenta de la división clara y tajante que existe en la película de Berlanga en dos partes tan diferentes, y si digo que no hay que ser muy listo para percatarse de ello es porque hasta yo me he dado cuenta. Especular con lo que sucedió realmente es perder el tiempo, pero creo que poco alejados estaremos de la realidad si tomamos por cierto el hecho que se topó con la iglesia, o con la censura, aunque bien podríamos estar hablando de lo mismo al acusar con el mismo dedo a ambas cosas. El caso es que en la primera parte todos percibimos al mejor Berlanga, todos apreciamos sus rasgos, sus maneras, su humor, la acidez de su presentación... Y una segunda parte poco sugestiva, sombra de la primera, un hachazo lamentable al discurso de la primera parte, un paso para atrás, más que eso, un parón absoluto en el desarrollo de lo que venía siendo una comedia excelente. Ay!!! el Opus Dei metió mano y todo se fue al carajo, por lo que dicen Berlanga perdió una batalla que empezó ganando y nos tenemos que quedar con una película mutilada.

Pues no. Yo no me quedo con una parte de la película, yo me quedo con un pedazo de actor que con sólo verlo una sonrisa ya aparece en mi careto, hablo de Pepe Isbert, a veces pienso que su grandeza consistía en ser como actor lo mismo que era como persona. Puede que me equivoque, puede que fuera un cabroncete, a saber, pero a mí me da la impresión que era un tío grande. No sé cómo decir de otra manera que al verlo con la barba postiza, con el faldón y su aureola postiza en su primera aparición, sencillamente me he descojonado vivo. Berlanga tiene mucho que ver, sobre todo en esa primera parte, que es para quitarse el sombrero, para mí sólo con ver a Isbert de esa guisa con los fuegos artificiales, al otro moverse con las ramas y la parafernalia completa y absurda, ha valido mucho la pena ponerme "Los jueves, milagro".

Para Isbert no hay suficientes palabras, brillante, excepcional, inmenso... se aceptan todo tipo de adjetivos de este estilo y nunca serían suficientes...
Luisito
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