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Voto de Luisito:
9
10 de mayo de 2010
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos estaremos de acuerdo en que Sam Peckinpah creó un estilo propio al que no renunció nunca y con mejor o peor fortuna siempre le mostró la fidelidad de todo hombre coherente. Otra cosa es simpatizar con la recreación de esos ambientes específicos y la introducción de elementos muy comunes en sus títulos. "Quiero la cabeza de Alfredo García" señala con el dedo la miseria del ser humano, lo peor de lo peor, usa una violencia que aquí congenia extrañamente bien con una historia de amor bastante surrealista y es tan literal como decir que el precio de la cabeza del pobre Alfredo García significa un millón.
Me da la impresión que todos están más allí que aquí, todos están como una regadera y no está nada mal calificar el conjunto de muy surrealista. El polvo, las moscas y el alcohol son tan protagonistas como un excepcional Warren Oates que aprovecha de manera excepcional la oportunidad de un papel que todo actor quisiera alguna vez en su vida. Ha habido algún momento en que he dudado de Sam y parecía aburrirme, justo cuando finalizaba la necesaria descripción del amor del protagonista por la chica para dar paso al desarrollo frenético e imparable de la locura absoluta del imprevisible Oates.
Yo con Peckinpah me lo paso bien, en el Oeste, en la Alemania Nazi o donde sea, aquí en México me lo ha hecho pasar como un condenado y eso tiene más valor que cualquier posible interpretación simbólica de los elementos con los que trabaja. Opino que sus formas suponen mucha influencia sobre lo que se hizo y se está haciendo después.
Me da la impresión que todos están más allí que aquí, todos están como una regadera y no está nada mal calificar el conjunto de muy surrealista. El polvo, las moscas y el alcohol son tan protagonistas como un excepcional Warren Oates que aprovecha de manera excepcional la oportunidad de un papel que todo actor quisiera alguna vez en su vida. Ha habido algún momento en que he dudado de Sam y parecía aburrirme, justo cuando finalizaba la necesaria descripción del amor del protagonista por la chica para dar paso al desarrollo frenético e imparable de la locura absoluta del imprevisible Oates.
Yo con Peckinpah me lo paso bien, en el Oeste, en la Alemania Nazi o donde sea, aquí en México me lo ha hecho pasar como un condenado y eso tiene más valor que cualquier posible interpretación simbólica de los elementos con los que trabaja. Opino que sus formas suponen mucha influencia sobre lo que se hizo y se está haciendo después.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No hay nada como ese final tan loco, consecuente y coherente, al pistolero Benny se le mete en la cabeza (buen guiño) acabar con todo, con él mismo, una vez su amante ha sido asesinada. Así que aplaudo la violencia como elemento común a todos y paralelo a la locura general, hasta el punto final de la hija del terrateniente y las escenas de la entrada en la finca del pistolero. Un final para no olvidar.