En esta ocasión coincido absolutamente con la opinión general: de los tres nombres propios que firman la película destaca negativamente Coppola. Nunca me ha parecido buena idea componer en partes distintas una película, pese al intento de unificarlas en este caso bajo una ciudad, Nueva York, presumiblemente la base de la estructura de los tres cortos. Mi valoración final del conjunto tiene que ver con la media, por supuesto, de las tres partes: un 7 para Scorsese, un 1 para Coppola y otro 7 para Woody Allen. La matemática pura me susurra que le plante un 5.

Rajar de la ñoñería de Coppola es muy fácil, tanto como decir que el padre de la criatura adinerada acaba actuando nada menos que con las ruinas de Atenas de fondo. Ni siquiera teniéndolo tan fácil fue capaz de acertar, el hilo argumental es Nueva York y la familia feliz se va a Europa. No me cuadra nada...

La primera historia (sé que no sigo el orden y en realidad poco importa eso) es la de mayor valor en cuanto a las interpretaciones, con un Nolte maravilloso dando vida a un desquiciado pintor. Lástima que sólo dure 45 minutos, el despliegue emocional me ha parecido muy destacable. Y por cierto, Scorsese sí hace los deberes y pone a la ciudad en su justo sitio, dándole el valor que merece.

Y por último la divertida locura de Allen, ejemplo de originalidad, con una historia ocurrente en la que se vuelve a interpretar a sí mismo y probablemente es quien mejor puede hablar de una ciudad que la lleva dentro. Si con Scorsese hay drama (y con el aborto de Coppola nada de nada) con Allen nos encontramos ante una una comedia exquisita.