No es ni mejor ni peor que la anterior, en mi opinión para el que haya valorado mucho la primera parte de la trilogía esta continuación seguirá siendo una gran película, mientras que los que opinen que la saga es una castaña lo será en su primera parte y en esta continuación. Peter Jackson (por imposición de quienes pusieron la pasta) estiró el chicle todo lo que pudo, de manera que esta transición es sencillamente un paso necesario. Recuerdo lo que sufrieron aquellos fanáticos seguidores de las aventuras tolkianas porque llegara una nueva parte y ahora puedo imaginarme, pasados 10 años, cómo debieron quedarse con el tajo que queda abierto tras esta segunda parte de la saga.

La especial "road movie" de los miembros de la comunidad del anillo toma diferentes caminos, mientras unos se van a Mordor (por fin sé lo que significa) otros se entretienen sin querer en las copas de los árboles y los más machotes se lían a leches contra unos que no son ni siquiera orcos sino una evolución más bruta aún. Pasan muchas cosas (menos mal que Peter Jackson no es Tarkovsky, por poner un ejemplo) y lo cierto es que aprovecha esas casi tres horas para meter mucha tralla. Tanta como las últimas tecnologías se lo permitieron, que no es poco, y a base de maquetas, píxeles y miles de extras, rellena la película de un virtuosismo innegable, a rebosar de acción. Así que entretiene, desde luego, y una vez pillado el hilo de la primera parte he sabido reconocer más o menos quiénes son los Hobbits, los humanos, buenos unos en un lado, malos en otro.

Pero de mi primera impresión no me muevo, y como esta continuación es exactamente eso, una correcta continuación, sigo dejando mi cordial 5 en la nota. El universo tolkiano no me engancha, entretiene, pero no creo que sea para tanto.