Lo que menos me gusta de "Los cronocrímenes" es su título. Cualquiera podría pensar que van a ir adelante y atrás en el tiempo para liarla pistola en mano, atracar bancos, asesinar, secuestrar o cualquier maldad de esas que pueden cometerse sin despeinarse en el cine cuando hablamos de viajar en el tiempo. Pues no, no hay más crimen que alterar el curso normal de la línea temporal en la que se encuentra nuestro protagonista, un Karra Elejalde que va de menos a más en su papel. Así pues, no es exactamente cine de acción, es más bien una invitación a la reflexión sobre los viajes en el tiempo planteado todo desde la misma película, a través de lo que sucede de forma insípida en su primera parte.

No tengo ninguna duda de que Vigalondo masticó y masticó la idea y en su primer paso adelante en esto del cine coló un largometraje que no acabó de gustar a todos. A mí me parece muy sugestiva, nada menos que tres líneas temporales que se cruzan, tres 'Héctor' que salen y entran en esa piscina. Para muchos eso es pensar demasiado, claro, no va en un Delorean ni tiene que arreglar un condesador de fluzo. Nuestro Héctor es un antihéroe, es feo y gordo y no hace nada espectacular. Pues a mí me parece que esta película supone el triunfo de las ideas, por encima del montaje y de la fotografía. Ciencia ficción en estado puro con viajes en el tiempo que tienen lugar aquí al lado. Eso sí, nadie se pregunta la razón del primer salto, ni siquiera el pobre Héctor sabe decir nada respecto a la evidente derrota de la voluntad...