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Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
8
Drama En México, a principios del siglo XX, el humilde cura Nazarín comparte su pobreza con los necesitados que habitan alrededor del mesón de Chanfa. Después de proteger a una prostituta que provoca el incendio del mesón, Nazarín se ve obligado a abandonar el lugar. A lo largo de su camino, sus acciones, determinadas por su concepto de la caridad cristiana, provocarán una serie de conflictos. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Nazarín", una película de demasiadas tristezas, un drama religioso sin soluciones, porque así lo quiso Buñuel, una película que se centra en señalar de forma cruda la maldad del ser humano, haciendo toda la sangre posible. Buñuel, el maestro aragonés, en ese año 1959 ya llevaba unos cuantos títulos a sus espaldas, entre ellos la espeluznante "Los olvidados", muy similar en cuanto a contenido a este "Nazarín". De la misma manera que en aquella triste historia de los marginados en Ciudad de México, aquí Buñuel no ofrece alternativas a la malicia porque no existen, no hay más que tristeza y desengaños. Lo bueno de la crítica que realiza aquí es que a través de la majestuosa interpretación de Francisco Rabal, nada menos que un sacerdote, propone el inefizaz uso de la bondad y la caridad.

La derrota de la virtud cristiana es aplastante, es el objeto directo de la película y pese a ello no se trata de una película que destaque por una manifiesta iconoclastia. Buñuel deja de lado su capacidad surrealista, apenas algún guiño simbólico, y se centra en un realismo brutal a través del cual también me ha ganado. Duele observar la capacidad infinita del sacerdote Nazarín de no desviarse del camino recto, duele porque todo le sale mal y él sólo le pone buenas intenciones, ¿y qué consigue?, exactamente lo mismo que aquellos que viven en el lado opuesto, acabar en la cárcel, obstinado, aferrado a sus ideales. Duele, sí, porque es verdad, entre los pobres hay de todo, gente buena y gente mala, no por estar rodeado de miseria el ser humano acepta de buen grado una limosna, de hecho, según Buñuel, no hay lugar para el altruismo y ese ser humano empobrecido, si puede, carga contra el misericordioso sin complejos. No, no hay lugar para la bondad, la niega, la pisotea y le escupe. Y se ríe, se descojona y se mofa de los curas como Nazarín. No cabe duda de que Buñuel fue un ateo practicante.
Luisito
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