Empieza "Z" de la manera menos atractiva, con una primera parte con tan poco encanto que las dos horas que indica la cuenta atrás asustan, como si se repitiera el cuento conocido de tener ante delante un largometraje de buena fama y desengañarse de nuevo. No es así, el inicio engaña y con muy poca paciencia, ¿qué diré?, tras unos quince minutos de duda, la trama se empieza a cimentar poco a poco y de esta manera, a fuego lento, los bofetones empiezan a sucederse. Ese deslavazado inicio da paso a una serie de hechos que Costa-Gavras va entrelazando como algo inequívoco y objetivo, porque los hechos son los hechos y la barbaridad de la falsa interpretación (esta es la clave de su película) los niega y pretende ahogar la verdad.

No es ningún secreto de qué pie cojeaban Costa-Gavras y el propio Jorge Semprún, que andaba detrás de la realización como el propio director, así que "Z" parte de una posición clara y diáfana, con lo que ello supone de ataque a la sensibilidad de quienes se encontraban (o se encuentran) en el otro extremo. Unos a un lado, los otros a otro. "Z" insiste en señalar con el dedo a los malos, a quienes ejerciendo de mala manera el poder que la mayoría del pueblo les otorga, corrompen la realidad y hacen uso de sus elevadas posiciones para conservar su poder y ven en sus contrarios al enemigo al que hay que aniquilar. No hablaré de la realidad tangible en la que se fundamenta la película, basada en unos hechos lamentables que tuvieron lugar tal vez tal cual se nos son mostrados aquí. Pero de verdad, no he podido evitar pensar en cada minuto de película que lo que se ve en "Z" es universal, es real, en cada rincón del planeta, puede pasar o estar pasando (que es gerundio) ahora mismo en cualquier lugar.

Ahí está mi diez, como una casa, porque he vivido "Z" como si fuera real, la he sentido y me ha emocionado como si se tratara de un reportaje de actualidad. Ese es el inmenso mérito de "Z", he sufrido la indignación por la lucha que se plantea a causa de la injusticia que ejerce el poder, porque esos que viven acomodados arriba no muestran ningún escrúpulo en pisar a los que piensan diferente. Me he indignado, lo he pasado fatal, y puedo afirmar que me ha gustado, porque es cine y sentir algo a través del cine siempre es bien recibido aunque sea un cabreo monumental.

Mi diez se fundamenta en que el mensaje de "Z" es imperecedero, se llamen izquierdas o derechas, fachas o liberales, pero la policía y el estamento militar; ay!!!, ellos sí que sabemos quiénes son, los mismos que ejecutan los caprichos del que manda, pisan, pegan y coartan libertad sin complejos, ellos no se escapan, son la temible fuerza armada y no dudan en usar los medios que hagan falta para beneficio de los intereses que sean, ni democracia ni leches. Por ello mi diez, porque "Z" retrata sin escrúpulos una realidad dada ayer, que puede darse hoy y que sin duda puede darse en el futuro.