Pocos años después de que acabara la IIªGM el cine metía mano a un filón que lógicamente beneficiaba a todos, había una demanda de ese tipo de entretenimiento y la industria del espectáculo, capacitada para sacar al mercado lo que fuera necesario, hacía su trabajo a destajo. Los resultados ahí están, unos más pobres que otros desde luego, producciones más baratas que otras, mucha serie B y todo tipo de historias con enemigos invisibles, deshumanizados o como aquí, de carne y hueso.

La guerra es muy perra, no me cansaré de decirlo, y hay que hacerse a la idea del contexto de "Situación desesperada"; hacía muy pocos años que los Widmark, Malden o Palance sí se dejaron la sangre y la vida en remotas islas del Japón imperial. Por ello, por el bien del espectador, es necesario tomar la distancia generacional que nos separa de unos años cincuenta del siglo pasado que nada tiene que ver con el siglo actual. Lo que más chirría es la imagen del enemigo, pero por el bien de la historia y la (des)ventura de los protagonistas del ejército estadounidense los malos tienen que ser así.

Creo que se trata de una película que seguramente está por encima de la media por varios motivos, por los fuegos artificiales que producen el espectáculo necesario y porque los soldados caen estrepitosamente como moscas, uno tras otro. Me parece un acierto que los síntomas de desgaste psicológico sean tan explícitos. Sin embargo todo lo que tiene que ver con los detalles de la búsqueda de los misiles japoneses, la verdad, no me parece una maravilla. El soldado ciego, la cueva, el sudor en la frente, las pastillas, los vómitos... creo que tiene cosas que están muy bien.