El oportuno ejercicio de historia ficción que presenta Clément en su película, realizada apenas un par de años tras el final de la IIªGM, no creo que extrañe a nadie y puede que haya mucha conformidad a la hora de aceptar que algo así pudo darse en la realidad. Las ratas salen huyendo en seguida que notan el peligro, de tal forma, si reconocemos a los nazis involucrados en la fatídica guerra como ratas, también buscaron la oportunidad de escapar de su muerte segura en Europa.

Ratas y nazis son buenos sinónimos, como lo son Réne Clément y cine de calidad. El director francés supo usar con maestría unos espacios tan estrechos, tan mínimos, para acercarnos el sudor de esas ratas a nuestras propias caras, que las imágenes del interior del submarino quedarán necesariamente para el recuerdo de aquellos que lleguen a esta película.

Mientras comen, mientras discuten, mientras recelan unos de otros, esos inmundos adoradores de Hitler se pasean delante nuestro para recordarnos su lastimoso protagonismo durante el conflicto bélico. Una buena pandilla, la peor chusma junta y sin embargo todo encajando con una lógica asombrosa. Puede que resulte algo redundante el uso de la voz en off del pobre médico francés, que viene a caer con tanto infortunio a las garras del mismísimo arca del demonio, sin embargo hay que entender el contexto, los recursos del cine en aquella época eran los que eran y hay que asumirlo más como un imperativo narrativo que como una licencia gratuita del director.

Pocas películas desentonan en la filmografía de Clément, y entre todas "Los malditos" es probablemente una de las que debió realizar con más rabia contenida. Una película de lo más interesante que permanecerá arrinconada y malvivirá en un olvido triste. Todo lo que vemos en "Los malditos" podría haber sucedido perfectamente, tal como se hubiera filmado la realidad.