Cuando por fin Kurosawa se decidió a filmar en color quedó claro que el que lleva el oficio en la sangre puede sacar tanto lo mejor de una fotografía en B/N como en color. En el caso que nos ocupa, en el extraño drama "Dodeskaden", posiblemente lo más destacable es el uso de esos colores que en algunos casos duele la vista por su belleza. Hay pasajes con el sol de fondo en algunas escenas, que me ha parecido de un mérito mayúsculo, porque a través de esa luz nos transporta a un mundo irreal, onírico, un lugar que no existe en este planeta y sólo es posible captarlo en este caso a través del cine. La destreza del maestro Kurosawa va por delante y es la mejor manera de empezar a escribir sobre una película que no me ha convencido finalmente. Daré mis razones por supuesto.

Coincido al pensar que Kurosawa a partir de esta película (por lo que he visto yo mismo y por las opiniones de más usuarios) padece de la necesidad de decirlo todo. Ya no quiere dejarse nada en el tintero y tira para adelante con todo, aunque una vez expuesto el contenido la película haya perdido en ritmo, como inevitablemente sucede en "Dodeskaden". No sé de qué debería haber prescindido, no sé qué es más trascendente en "Dodeskaden", pero la película se hace cansina en muchos pasajes y a menudo es igual de digestiva que un ladrillo.

Para mí se queda lejos de ser una película entretenida. La tristeza que ocupa la pantalla es una tristeza rara, propia de unos marginados que viven tan al margen de todo y de todos que se convierten casi en caricaturas. Puede que el problema sea mostrar ese desconsuelo a través de demasiados personajes, mediante demasiadas historias que se cruzan levemente. Para mí las intenciones son irreprochables y personalmente me quedo con el infeliz que conduce su tranvía imaginario, aunque es posible que el mayor peso emocional de la cenicienta que acuchilla al repartidor haga de esa pequeña historia la mejor. El hombre con sus tics, los dos borrachos, la casa que se construye en la imaginación... Me da a mí que quiso abarcar demasiado cuando lo que nos viene a explicar es tan sencillo como la tragedia de vivir en un vertedero.

Si tuviera que recomendar una película del director japonés a alguien que quisiera iniciarse jamás le recomendaría esta película, digamos que es más propia para seguidores suyos que ya llegan con los deberes hechos. El paso que hizo hacia el color es de diez, con una técnica de manual, pero no todo es fotografía. Puestos a seleccionar, me quedo con "Ran" o "Kagemusha", ejemplares en belleza visual, en ritmo y en la historia que nos cuenta.