No es cuestión de dejar por los suelos una película que sí tiene buenas intenciones aunque a mí no me haya llegado a conmover, pero es más cierto que entiendo mejor a aquellos que encuentran que se trata de una película sobrevalorada que no a quienes creen haber visto una obra maestra. En principio cuenta con una idea que debería llevar al espectador a conmoverlo y a que sintiera algo especial por esa niña maestra y su descarriado alumno. Todo muy emotivo si se leen las palabras. Sin embargo, no he podido quitarme de la cabeza la idea de que esa niña maestra se instala en ese destartalado colegio por dinero y que si le prometieron cierta cantidad por que no abandonara el colegio ningún niño, entonces ir a la ciudad en busca del que se ha marchado no es un acto de humanidad, es egoísmo...

Bien, es verdad, una vez en la ciudad que apisona y ningunea al ser humano muchos me dicen que la niña maestra se preocupa muy sinceramente por su alumno y ya el dinero es lo de menos. Demasiado tarde para mí, he engullido tres cuartas partes de película y esa niña maestra que ya en la carátula da miedo verla sigue sin sonreír. La sociedad china da miedo, nadie hace nada por nadie si no es por interés. Incluso la televisión si mueve ficha en ese surrealista recurso final es por la audiencia. La crítica es directa, eso desde luego, pero mientras tanto el espectador que quería un poco de humanidad sigue buscando. Yo sigo buscando. Qué horror de vida la que se desprende de las imágenes de esta película. Y por cierto, Zhan Yimou tiene algunas cuantas mucho mejores.