Algo habitual en una película de este estilo es caer en el error de intentar desnivelar la balanza y acabar barriendo para un lado u otro. "Bomb City" es un claro ejemplo de cine que está realizado con una imparcialidad rotunda, cara de ver y difícil de apreciar ya que no estamos acostumbrados a la honestidad.

Hay que tener en cuenta que no es un documental, es una película, en mi opinión es una buena película (me gustaría poder subrayarlo) pese a que también posee cierto aire de telefilm. Ante unos hechos como los que se nos presenta es complicado no ser realizador y caer en el error de ser partidista, por mucho que se diga, lo que pasó fue lo que pasó: un cabrón asesinó a sangre fría a otro, con testigos, de forma despreciable y como bien es sabido, prácticamente le salió gratis. No hay ensalzamiento de los punks, no hay un ataque frontal (con lo fácil y justo que sería) al sistema establecido, a la casta de blancos que mueven la sociedad estadounidense, católicos y de buen ver.

Los que hemos crecido y vivido con punks a nuestro alrededor sabemos que son pocos los que lo son de verdad, la estética puede ir por un lado y las ideas por otra, aunque parezca imposible también hay punks que no se visten como los de esta película ni llevan cresta. ¿Por qué digo esto?; porque me apetece afirmar que los punks antisistema de toda la vida, nihilistas y predicadores de la destrucción y el caos, tenían razón. Desde el grito de Evaristo a la confirmación de que lo que llaman democracia no lo es en realidad, "Bomb city" es una reafirmación triste de la lucha estéril de cualquiera, sea punk o no, contra el poder establecido.

Ellos vestían guapos, con sus gorras blanquísimas, moldeados como gusta al sistema.

Los punks, porque eran minoría, siempre me cayeron bien. Salud amigos.