El planeta es una desgracia porque el hombre lo habita. Si ya conocemos positivamente esta afirmación, no vamos a descubrir nada más novedoso en "Naturaleza muerta", nada que no sepamos ya y que no haga otra cosa que reafirmar la cuestión indigna de saber que la especie humana es un peligro ya no sólo para el planeta sino para el mismo hombre. Hay a quien le gusta el cine oriental por todo lo que tiene de novedoso y diferente, será una cuestión de formalismos, qué sé yo, pero en este caso Jia Zhang Ke no ofrece un contenido nuevo. Lo único diferente es la localización, una presa gigante en el YangTze, y que por lógica los actores son orientales, es decir, si la presa la hacemos en el Amazonas y los actores son los de renombre americano, puestos a escribir en esta dirección, ciertamente a nadie sorprendería que se pudiera afirmar que el contenido de la película es desesperanzador y que no aporta nada.

No, no le compro la moto al director chino porque no me vende nada nuevo, porque no me gusta la tristeza tan mecanizada, girando a la derecha tristeza, derribando edificios tristezas, buscando a la hija tristeza, tristeza porque perdí un brazo, porque me quiero divorciar de mi marido que hace dos años que no veo, tristeza porque sí, bajo el agua, en cada orilla, tristeza en los barcos y cabalgando a lomos de la contaminación, tristeza porque la naturaleza está muerta y se la ha cargado el hombre... Pues yo no lo aplaudo, no, ni loco, yo aplaudo al que me hace reír o llorar, pero al pesado que sólo enseña en cada minuto más de lo mismo no.

Y por cierto, las dos historias no tienen nada de particular, son tristes sin más.