Mucho me temo que sólo es una película para completar filmografías, la del director o del aquí actor protagonista, porque es olvidable y prescindible. Esperaba que me rescatara de la indiferencia el final, que esperaba como si fuera un duelo en una del oeste, pero al llegar estrepitosamente a ese parque y sufrir esa persecución chapucera en moto, no puedo hacer otra cosa que quejarme. La película es mala, siendo generosos es de regular, porque el rollo ese psicodélico tiene su gracia sobre todo cuando metes a Eastwood en ese garito de tías semidesnudas y gente puesta en cada rincón. Él no deja su sombrero en el guardarropía, es su seña de identidad y eso sí me gusta, el constante subrayado de que él es de Arizona y no de Texas, su cabezonería y un inicio muy prometedor con el indio navajo.

Pero me ha perecido muy chapucera en muchos momentos, tampoco es que esperara un gran guión de cine negro con sorpresas y giros insospechados. Con las cosas simples se han hecho muchas veces grandes películas. Esta vez no, es de las pocas que siendo poli no me convence, ni peleándose con siete tíos en un garito ni yendo de ligón irresistible para cualquier mujer. Las tienen mejores, los dos.