Dos seres humanos se encuentran y sienten que son el uno para el otro, que tienen que estar juntos para ser felices. Todo lo demás, el envoltorio, ya es cuestión de gustos, y lo que hace Kim Ki-duk en su "Hierro 3" es un ejercicio muy personal que no a todos gusta. Hay muchas cosas que me parecen incomprensibles, cuestiones cuya rareza es indiscutible y que luego parecerán sugestivas o no, pero Kim Ki-duk se va a lo raro, a lo excepcional, para explicar una historia que en principio es realista y luego se desliza hacia lo mágico sin sentido. A eso lo llamo ir sobrado.

Desde hoy ya sabemos todos que el deporte nacional de Korea es el golf, que su población o son sensibles y mágicos (y mudos, por si no quedaba claro) o unos sádicos y patéticos habladores. Hay escenas bonitas, es innegable que ese "te quiero" puede conmover a cualquiera, o la chica mudita enamorada que busca el mismo lugar en el que reposó junto a su amado mudito, se echa una siesta en el sofá ajeno y no da ni las gracias. ¿Es emotiva?; escogiendo esas dos escenas (o tres, o cuatro) no debería haber discusión, es poesía en movimiento, una pasada. ¿Y la película?; ¿"Hierro 3" es redonda de verdad?; para mí no desde luego. Que él no hable debería darnos igual, pero que se calce una BMW de gran cilindrada para desplazarse de choza en choza me parece una fardada y sobre todo, porque lo del medio de locomoción debería darnos igual, que el mencionado protagonista se traslade de un realismo tangible y verídico a un escenario de ilusión, de magia, de estupidez (para mí) que no me convence.

Y por si alguien dudaba llegados al final, por si el espectador no se decidía entre haber visto una gran película o una castaña, entonces Kim Ki-duk se aferra al recurso lamentable de soltar una frasecita final que nos lo explica todo.... No, por ahí de verdad que no...