No es posible entender una película así, realizada bien entrada la década de los sesenta, que no sea como un buen homenaje al cine de caballería que ya había dejado de interesar. No hay nada nuevo en realidad, salvo la rareza de encontrar un actor de raza negra interpretando a alguien respetado y respetable, tan protagonista como la parte femenina, una sueca sobreviviendo entre dos mundos tan dispares como el del blanco colonizador y el sioux autóctono.

Me encanta leer cosas como que es una variante del oeste que podría llamarse hippie western, me encanta, todos caben en una película así. Entretiene una barbaridad, eso también, apenas hay descanso para nadie, cuando no están sufriendo el acoso de los indios están liándose a bofetadas, huidas en galope, tiros, flechas y muchos muertos, una barbaridad de caídos en combate. Es una lástima que la imagen de los indios sea la que es, pero teniendo en cuenta que esto es un homenaje serio al cine de antes, los indios tenían que tener sí o sí esa actitud rara de atacar sin demasiada inteligencia a los blancos (más Poitier) muriendo como fichas de dominó.

De todas maneras, lo que sí está claro es que la película no deja ningún cabo suelto, nada es porque sí y mantiene una coherencia que hay que elogiar. Pocas películas (alguna hay) que traten al caballo así, es un elemento al que se le presta una atención especial.