Ya sabemos que la guerra es muy perra, que cuando aparece el drama está servido y que las imágenes raramente van a enseñar otra cosa que no sea muerte, hambre, desolación y produzcan el desasosiego inevitable para el espectador. Ingmar Bergman, el gran diseccionador del alma humana, nunca necesitó excusas para presentar las miserias del ser humano, pero en esta ocasión, en su brillante "La vergüenza", tira de recurso bélico para presentarnos en bandeja el lamentable estado interior de sus dos protagonistas. Mi personal relación con el cine del director sueco suma bastantes desencuentros, a partir de hoy, sin duda alguna, esta película pasa a ser una de las mejores que he visto hasta el momento.

Gracias a las dos portentosas interpretaciones de Ullmann y de Max von Sydow podemos observar cuánta ruindad puede desatar la tensión de una guerra. No es que les toque de refilón, la guerra se les cae encima y pasan de una vida casi bucólica, con sus gallinas y su pequeño huerto, a sobrevivir en la infamia más terrible. En esa primera parte tenemos delante nuestro a dos seres humanos que se aman, pese a que los años de convivencia han enfriado la relación, él es sentimental en exceso y ella tiene poca paciencia, pero se quieren y siguen adelante. Hasta a ella le parece buena idea tener hijos. Con las campanas llega el primer susto de una serie de hechos que los van a llevar al límite, hay bombas, devastación, muertes y es entonces cuando de repente se mueren por dentro, ya no se soportan, él se transforma en villano, ella no está a la altura... Y lo de tener hijos se convierte en un chiste de mal gusto.

A Bergman le reprocho ese final irreal, más cercano al sueño que a la tierra y al cielo físico que hasta ese momento nos había ofrecido. Porque el padecimiento de la guerra que les viene encima es interior, pero pasar hambre es físico, la casa se la queman porque es material tangible, los animales son sacrificados impunemente y el dinero, ay, tenía que aparecer para envilecer más y más a la pobre pareja. Si me ha gustado "La vergüenza" es porque hay una razón que explica el deterioro psicológico de los personajes, no hay razones vagas, no es porque sí, se trata de una guerra con todas las letras y con todo lo que ello supone.

Decir que esta película supone un alegato antibelicista me parece de una rotundidad innecesaria, como decir que las fresas son rojas y los limones amarillos, en mi opinión lo importante aquí es observar la loca involución que sufre una relación de pareja, observar sus padecimientos y por supuesto llegar a la conclusión que la guerra es lo más terrible que puede sufrir nadie.