Vaya, para una historia bíblica que mola de verdad y queda lejos de lo que hubiera querido ver. No hace falta ser un experto en las sagradas escrituras para conocer, al menos de pasada, lo que se cocía en aquellas dos ciudades. Por cierto, el que sea fan de Gomorra se sentirá defraudado porque prácticamente sólo hablan de Sodoma en esta película. Parece que la reina de los sodomitas lo era de las dos ciudades, pero el caso es que siempre se sobreentiende una extensión urbana doble y una existencia también doble que ciertamente no me parece que quede claro.

El caso es que no parece que estos sodomitas sean los cracks del vicio, más bien son una sociedad más que se llenan la boca para hablar del placer y del mal, pero que bien podrían ser romanos o griegos, qué sé yo, porque no parecen que sean lo peor de lo peor. Tienen una tendencia exagerada a dejar claro lo que es un hombre libre y lo que son esclavos, pero vicio en plan orgías, bacanales, fiestas interminables y cosas así... Pues nada de nada. Todos sabemos que la censura trabajaba a destajo en esa época, pero es que no sale ni un pezón, ni una nalga, ni una sombra de mujer desnuda. Es decir, una decepción enorme.

De todas maneras está Aldrich detrás, que no es precisamente un don nadie. Cuenta una historia más de la tribu de los hebreos, su capacidad para adaptarse a los malos rollos y ese largo etcétera de peculiaridades, pero sobre todo, pese a sus más de dos horas, la película destaca por su ritmo y sus escenas de cientos de extras a campo abierto. No seré yo quien señale con el dedo a Granger como culpable y raje de él, cada uno que piense lo que quiera del protagonista. El caso es que Lot no se deja barba porque está de luto, pasa el tiempo, se casa con una ex esclava, y sigue afeitándose...

Creo que es una película que convencerá más a los seguidores de este tipo de cine. Para el resto, fuera bromas, creo que la desilusión por no ver de verdad lo que uno entiende por ser un obsceno, un vicioso, un vividor, etc, pues es una desilusión enorme.