Pésima traducción del título original para una película más que correcta de la factoría Hammer, con un doctor Frankenstein especialmente maligno encarnado por un Peter Cushing que vuelve a merendarse la pantalla. Ignoro cuántos títulos parió la productora inglesa y cuántas películas realizó para ellos Terence Fisher, pero intuyo que en total suman muchas horas. De todo ello "El cerebro de Frankenstein", ni la peor ni la mejor, es un largometraje que a estas alturas no produce terror pero posee la esencia propia de un cine muy específico, con un guión bastante elaborado y un ritmo lo suficientemente elevado como para hacer que el espectador mantenga su interés.

De toda la saga del doctor posiblemente en esta historia encontraremos al más malvado de todos, con las intenciones más execrables y la conducta más abominable. No tiene reparos en hundir en la miseria a una pareja de tortolitos que apenas presentan oposición a sus actos y lleva hasta el límite de lo inhumano los hechos de la trama. La Hammer apostaba por unos decorados de interior inconfundibles y una estética muy especial. El que quiera saber de qué iba ese cine aquí tiene un muy buen ejemplo.