Bill Paxton, director conocido únicamente por esta película y por "Juego de honor" trae un proyecto nada original, que no insufla frescura en el género, y que pese a su correcta ambientación, no lleva a ningún sitio y parece confiar en exceso en que las sorpresas y los giros inesperados van a causar más expectación que confusión.
Analizando lo positivo de "Escalofrío", tenemos a un reparto que sabe lo que hace, unos actores bien metidos en sendos papeles y que por lo menos hasta casi el final, son creíbles.
También tenemos una historia que empieza siendo interesante, cuando Felton comienza a contarle al agente cómo y por qué su hermano se convirtió en un asesino, y de a partir de ahí, en el marco de los años setenta, se da la bienvenida al misterio con imágenes tan inquietantes como la del granero o las visiones del padre. Aquí, la película empieza a hacer que nos sintamos perdidos, que no sepamos juzgar lo que realmente está pasando, si es locura, si es bien, si es mal...Y esa inquietud gusta, vamos bien encaminados...

Los problemas llegan aproximadamente cuando vamos por la mitad de la película. Todo se empieza a hacer repetitivo, se dan pocas explicaciones de por qué precisamente el padre llega a ese estado, que todo sea así de momentáneo porque sí no ayuda a entender nada, se le saca poco jugo a un tema religioso que podría haber sido aterrador y hay momentos que no respaldan la historia, y mejor no hablemos del final, que se torna difícil de seguir, porque todo se sucede de una manera muy precipitada, y no aporta nada, no es una pelicula que te deje igual de incrédulo que al principio, que te deje en ese incómodo estado de no saber en qué bando posicionarte, sino que en los minutos finales lo deja todo mascado, en un final y en unas condiciones que ya se habían explorado en muchas películas anteriores a esta como "Fallen", "Se7en" y "El sexto sentido", de las que bebe en varios aspectos. Y sin dejar de ser verdad que al principio causa inquietud, más tarde todo cede al drama, al suspense más que al terror, a un suspense mal pergeñado, que se pierde a medida que nos aproximamos al insulso final.

Una pena.