Después de los primeros quince minutos, todo se ve venir y, sin embargo, engancha.

Será que Harrison mantiene el tipo, tiene punch, y cuando aparece Annette, se inunda la pantalla de sensualidad y seducción.

Toda la trama es elemental e incluso el cambio del personaje carece de interés por inverosímil, pero, lo dicho, sigue uno a Harrison adonde sea y quiere llegar al final, incluso conteniendo la risa... porque en medio del melodrama, en la última media hora, es francamente cómico el asunto si uno se lo toma en serio: pero no, ahí estás, quieres que funciene y le sigues.
Cosas del cine.
Fenómenos que en el cinema han sido y siguen siendo de tanto en tanto, un poco desaparecido el carismático misterio de las estrellas. Y punto.