Y es un hombre de aspecto frágil, regordete, manco.

¿Es un policía, un juez, un gángster?

Es un hombre muy fuerte que también es capaz de mostrarse débil. Pero sobre todo sigue las mayores pautas del actor que lo interpreta: imagen de hombre cabal por muy desorientado o desventurado que se encuentre.

Aquí muerde el polvo de un lugar horrendo, un desierto con hombres sin escrúpulos y el director nos lleva adonde quiere en un alto clima de suspense, de emoción que no ha envejecido, con unos actores encomiables y una historia que te devuelve a lo mejor del cine, hoy tan escaso: personajes interesantes metidos en conflictos que se van iluminando a medida que transcurren.

Sólo le sobra la espantosa banda sonora de Andrè Previn. Por suerte no es constante y hay varios momentos donde lucen e impactan los meros sonidos del maldito pueblo y su maldita gente.