Cómo se exhibe el desnudo cuerpo de Leonor ante la ignorada y creciente pasión de Javier, cómo vuelan las miradas lacrimosas de Darío y se estrella el coraje indescifrable de Rosario...

Cómo se regocijan y buscan otros cuerpos, cuánta sencillez y cadencia y ritmo leve y pasiones encontradas, mientras actores y poetas, músico y director realizan una sinfonía de pasiones dramáticas y divertidas, ensoñadas antes que realistas...

y de pronto puedes encontrarte como yo, sorprendido ante las lágrimas que caen por mis mejillas, apretando la mano de quien amo desde hace tanto tiempo y parece que vienen uno a uno todos estos personajes a abrazarnos en este abrazo universal del célebre manchego, antes y después de intentar hablar con ella o incluso después de hacerlo, de hablar con ella cuando no te escucha pero deja circular renovada sangre por su desnudo cuerpo tan esbelto, tan gracioso, abierto al mundo como nunca estuvo antes...

Hable con ella se llama. Es una película, encantador poema maravillosamente interpretado y musicado y realizado. Obra maestra me parece, pero sobre todo, un canto al amor inesperado, el que viene a buscarte cuando menos te lo esperas.