Una neurosis femenina narrada como un puzzle que no se termina de concretar nunca. Dirigida también por una mujer, consigue que el material cautive, que el personaje y los que la rodean interesen desde distintas perspectivas, pero todo atravesado por la intensidad de relaciones sexuales interpretadas con gran verismo, comunicando la humedad y excitación reales que evocan la existencia de una mujer hermosa, inteligente, buena profesional como psicóloga y "naturalmente" abandonada a una crisis tras otra. "Naturalmente", digo, porque nunca se explica más que someramente, de modo que todas las situaciones interesan mucho visualmente y la sensualidad que desprende tiene que ver con una mirada sensorial como hacía mucho tiempo no veía, aunque el cine francés exhibe a menudo una sexualidad que forma parte intrínseca, palpitante, de la vida de la gente, y no como un aggiornamento de historias más o menos sentimentales. En fin, muy recomendable. El título en castellano no tiene que ver con la historia, no hay tal reflejo, hay otra cosa entre psicóloga y paciente, y nada lésbico por cierto.
La protagonista es Virginie Efira, belga, y está colosal en la sucesión de situaciones fugaces que son emblema de la película. Su imperfección aparente conforma una manera de narrar que sigue de cerca las emociones contradictorias del personaje.