El dinero huele como las impecables entrepiernas de Daryl, Michael Douglas es el prototipo no ya del mayor hijo de puta sino del hombre que defiende a capa y espada las reglas del sistema económico que soportamos día a día, Charlie el inocente, Martin su padre en la ficción y en la vida real, un soñador capaz de cualquier cosa con tal de defender sus intereses nobles, humanos, más que humanos...

Con este tinglado, Oliver Stone compuso una estupenda película de emociones encontradas, denuncia melodramática de la ferocidad del capitalismo y de lo que es capaz de hacer: detrás, golpes de estado, hambrunas, violaciones y guerras: con un poco de imaginación todos podemos ver lo que hay detrás de las pequeñas historias como estas.

El reparto es óptimo. Fue el primer gran papel de Michael Douglas. Todos los demás son de primera línea y la emoción está bien, pero muy bien, servida.