Se puede ver con idéntico placer o incluso mejor porque varios de sus actores ya están muertos y algunos de éstos u otros nunca más volvieron a tener la oportunidad de trabajar en una de aventuras que se da el lujo de estar fenomenalmente escrita y dirigida y a la vez denunciar con ácida amargura al concepto de autoridad intocable.

Los doce del patíbulo tienen un jefe excepcional en Lee Marvin, un oficial que, como los doce desgraciados peligrosísimos, odia a las autoridades militares y a cualquiera que se precie. Cuando el oficial-psicólogo le advierte de que esos tipos "tienen un enorme resentimiento ante cualquier tipo de autoridad", Marvin le pregunta: "¿Y tú no?". Así las cosas, la aventura es por pura camaradería masculina, necesidad de sobrevivir a cualquier precio, necesidad de demostrar que no estás muertos, que todavía pueden hacer algo que demuestre admiración, que la valentía no es cosa desdeñable... y después de todo del otro lado están los malditos nazis, aunque a ninguno de ellos le importe gran cosa.

Sorprende lo fresca y lozana que se presenta esta película, ya que otras de su director han envejecido notablemente. Me parece que esta se sostiene, además de lo ya dicho, porque en ningún momento hace uso y abuso de la innata estupidez del cine bélico norteamericano de intercalar mimos en medio de la viril acción; aquí no hay una sola escena en que nadie recuerde a su noviecita ni a mami ni un flashback de cuando se era inocente y libre: la acción los engulle y quien tira del carro es nada menos que un Marvin en óptimas condiciones.

Además, logramos disfrutar de un enfrentamiento sensacional entre el oficial canalla y el oficial señorito.

Y como si todo esto fuera poco: lo predecible llega realizado de tal manera que no molesta y eres capaz de admirar lo logrado hasta ahora.

Como dato curioso, la originalidad del casting consistió en unir actores de muy diferente estilo (Marvin, Borgnine, Ryan, Bronson, Webber) con gente de la música popular como Trini López y jóvenes peculiares como Sutherland con "Cheyenne" el legendario indio de las praderas de América del Norte que interpretaba el forzudo con cara de bueno, Clint Walker en la tele.

Mención aparte para John Cassavetes, que hace una creación; un gran trabajo con el que ganó suficiente dinero para producir su primera película como director: "Shadows". Luego llevaría a cabo importantes trabajos en ambas facetas. Como actor: La semilla del diablo, Furia...; como director, una media docena de insólitas películas como "Opening night" y "Love streams".