Felicitaciones por un esfuerzo tan denodado, porque este excelente actor es en realidad un hombre-orquesta, un hombre muy completo dedicado de lleno a crear lo que más le conmueva, por eso, ni corto ni perezoso, aceptó dirigir una pequeña sala antiguamente prestigiosa, pero luego en decadencia, en Londres, auténtica capital del teatro europeo. Y allí fue Kevin a deslomarse y sacó adelante en varias temporadas (como director de la sala, de alguna obra y a veces como intérprete) a llenos diarios con obras muy ambiciosas.

Conociendo su historia tiene especial interés este biopic de un personaje real y de una época concreta, muy difícil de interpretar, en el que él mismo dirige, interpreta, canta y baila. El resultado final es flojo, pero el esfuerzo permite un notable, ya que los momentos notables son mayoría. Además, tuvo la inteligencia de rodearse de estupendos secundarios.

Este hombre de talento tan peculiar tiene, además, un extraordinario sentido del humor que le hace más admirable aún. Le he visto en varias ruedas de prensa jugando a criticarse a sí mismo con un desparpajo y un dominio de la ironía que a los quince minutos todos se sentían como si estuvieran tomando una copa en el salón de su casa.