Muy bien delineado el acoso, de forma creciente y tortuosa, porque está en la mente y el corazón de un solitario empeñado en adorar y proteger un mundo que no le pertenece.

Esta complejísima patología en el universo de las enfermedades mentales está muy bien "retratada" aquí a través de las fotografías. Williams deja de lado todo histrionismo y se compenetra de esa demencial catarata de imágenes que le van conformando la vida que le gustaría vivir aunque jamás se planteó construirla: es esa otra, la que no le corresponde, la que ha de vivir como propia.

Hay suspense, temor, emociones diversas, extraña sensualidad y no menos extraño sentimiento de piedad por este ser sumamente peligroso. Es difícil imaginar algo peor en nuestra vida cotidiana. Si de por sí los celos son una enfermedad que no deja vivir y atormenta al celoso y a su víctima, imagina esos celos por alguien que ni siquiera conoces.