Sucesión ascendente y fascinante de historias sentimentales. Y en todas me siento partícipe y a la vez espectador feliz, tan a gusto entre buenos amigos: el melodrama, la comedia, el arte de sufrir y disfrutar tiene en cada pareja conseguida o frustrada situaciones muy bien escritas y mejor interpretadas.

Lo mejor: toda la estructura del guión y el delineado de sus encantadores o desagradables personajes, que también los hay. Una gran superación de la comedia británica, pues sus antecedentes más inmediatos, Cuatro bodas y un funeral y Notting Hill me parecen muy pobres: mediocre la primera y peor la segunda; en cambio aquí todo el ensamblaje funciona con el sistema de relojería de las vidas cruzadas... llevadas de la mano, mimadas sin empalagar por un reparto sin duda extraordinario.

Lo peor: algo habitual en el cine subtitulado, ninguna de las canciones son traducidas; algo francamente absurdo si se tiene en cuenta que funcionan como narración entre secuencias específicas, y que fueron minuciosamente escogidas por el director de una impresionante discoteca personal.

El reparto es fenomenal. Hay que ver a Liam Neeson y el niño que le acompaña, a Bill Nighy reírse de sí mismo, a Hugh Grant y la joven que le acompaña en un dueto de comedia romántica admirable, a Laura Linney en el papel más atormentado, a Emma Thompson bordando un desesperado personaje... y entre tantas buenas interpretaciones de primerísimos y secundarios... un Mr. Bean en dos intervenciones muy divertidas.

En fin, mire por donde mire no hago más que redisfrutar las epopeyas del amor con su dosis de placer y de frustración, de angustia y liberación... entre ficciones muy bien templadas. Lástima que desde 2003 no se haya visto nada parecido en el tan denostado subgénero de la "dramedia" sentimental, víctima a su vez del deterioro espectacular de la comedia en general.