Un día milagroso en que se despeina, se deja magrear por otro tío, se deja ir por la cuesta de la locura y no le importa nada los peligros que corre. Increíble que un tío tan seco, tan inexpresivo como Noriega sea capaz de este trabajo tan admirable, tan conmovedor.

Claro, a lo mejor le influyó el buen hacer de Leonardo Sbaraglia en el papel rotundo y fiero de un homosexual con capacidad hetero, entre otras capacidades sentimentales para soslayar una difícil supervivencia: ambos bordan el rizo de la comunicación en personajes insólitos en el cine, trabajados desde la verdad intensa de hombres enamorados hasta el tuétano, sin pizca de amarenamiento ni feminidad: hombres tan solo que alguna vez se desearon apasionadamente pero ahora viven unidos de una forma muy especial.

Leticia Brédice, muy bien: no se puede dar más en un descarnado papel como el suyo, sexual y sentimental en un doble juego muy emocionantes.

Lástima que al principio cante tan poco esa belleza impresionante en estilo y físico de Adriana Varela.

Lástima que en la larga primera parte se imprima un estilo demasiado discursivo con exceso de voz en off.

Lástima que el resto del reparto esté tan flojo, parece que pasaban por ahí sin tener nada que hacer. Excepto Pablo Echarri y Dolores Fonzi que son guapos y tienen unos encuentros sexuales impetuosamente atractivos.

Lo de Héctor Alterio está muy bien pero es muy breve.

Recomiendo vivamente la novela de igual título: es buenísima.

MArcelo Piñeiro es el mismo que hizo una gran película como Kamchatka y un bodrio con gran reparto en El método o Cómo cargarse una gran obra de teatro, ágil, divertida y emocionante convirtiéndola en una pedantería de no te menees.