Cuando Adriana Ozores, en uno de sus mejores papeles, le dice a José Coronado: ¡Pero tú quién eres!, me doy cuenta de la ferocidad que pueden esconder esas palabras, el momento tremendo en que una persona que no ha querido enterarse de lo que estaba pasando a su alrededor decide enfrentarse definitivamente a la amarga verdad.

Huir de la verdad: taparla como sea, a costa de quien sea, mientras la capacidad de seducción permita una diversión a toda mecha, una diversión a la altura de un niño que llega a los cuarenta sin capacidad para asumir la menor responsabilidad.

Casi al mismo tiempo que esta película se realizó en Francia "El adversario", de Nicole García con Autauil, también con el mismo tema de fondo, un suceso ocurrido en Francia, aquí tratado con mayor ligereza y libertad documental, pero también muy interesante.

Todo está tratado más hacia el sainete español, con su punto de tragicomedia a partir de determinadas secuencias, con un reparto formidable con Coronado a la cabeza haciéndome partícipe de sus jugarretas de niño terrible y Marta Etura con la delicadeza morbosa que le caracteriza: delicada y etérea, capaz de una sensualidad que quita el hipo.

Hay sonrisas, risas, suspense, no quiero que se descubra al criminal, le aprecio, me identifico, yo también soy uno de esos, un canalla encantador, hasta que, de pronto, siento un escalofrío, coño, dónde me he metido, qué estoy diciendo, pero, bueno, qué hago...

Está muy bien. Pero si se quiere acercarse más al asunto real en que esta película se ha inspirado, entonces hay que ver El adversario, una peli muy seria, sin sentido del humor ni los contrastes de ésta, pero a su manera muy buena y más esclarecedora del fenómeno verídico.