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España España · Madrid
Voto de Deckard:
8
Ciencia ficción. Aventuras. Acción. Drama Tras los sucesos de la primera parte acontecidos en el planeta Arrakis, el joven Paul Atreides se une a la tribu de los Fremen y comienza un viaje espiritual y marcial para convertirse en mesías, mientras intenta evitar el horrible pero inevitable futuro que ha presenciado: una Guerra Santa en su nombre, que se extiende por todo el universo conocido... Secuela de 'Dune' (2021). (FILMAFFINITY)
12 de marzo de 2024
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Dune: Parte dos” se estrenó entre febrero y marzo de 2024, y no podemos menos que preguntarnos qué habría pasado con los Oscar si hubiera sido estrenada tan solo dos meses antes, en diciembre de 2023.

Denis Villeneuve es un director y productor canadiense quebequés que nos encogió el corazón en ‘Prisioneros’ y demostró su valía con creces en ‘Sicario’, una película tan cruel como realista. Luego se pasó definitivamente a la ciencia ficción con ‘La llegada’ y su primera nominación de Oscar a mejor director (excelente música de Jóhann Jóhannsson -también en ‘Prisioneros’ y ‘Sicario’- y sobresaliente trabajo de Amy Adams). Le siguió ‘Blade Runner 2049’, que aceptó dirigir tras rechazarlo antes Ridley Scott (quien se arrepintió). Y llegó el proyecto Dune de la productora Warner, de las que se acaba de estrenar la segunda parte (¿de tres?).

Basada en la novela “Dune” (1963-65) y sus cinco secuelas (‘Dune’ significa ‘Duna’ en español), de Franklin Patrick Herbert Jr., un escritor americano coetáneo de Philipp K. Dick, ya la filmó David Lynch en 1984 con escaso éxito. Villeneuve retomó la idea a lo grande, y en 2021 pudimos ver su primer ‘Dune’, una cinta sorprendente envuelta en las arenas desérticas de un árido planeta donde nunca llueve, con unos efectos especiales deslumbrantes, muy creíbles (ojalá Christopher Nolan tomase nota), y una música penetrante de Hans Zimmer que le da la fuerza y justa ambientación (quizá Jóhannsson también lo hubiese hecho bien con esa inspiración de György Ligeti).

‘Dune 1’ fue excelente, y ahora ‘Dune 2’ sigue la misma línea, pero con matices importantes. Si la primera era bastante creíble, dentro de lo que es ciencia ficción, en Dune 2 se introducen más elementos, más actores, una trama más compleja donde además de la religión, las profecías, el amor filial, la política, la economía y el poder en un futuro año 10191 en el desértico planeta Arrakis, se añade el amor entre los dos protagonistas, el joven heredero de la casa de los Atreides, Paul (Timothée Chalamet) y la joven Chani de la tribu de los Fremen (Zendaya).

Como en la primera parte, la continuación nos muestra una ambientación soberbia del desierto, donde la madre de Paul, Lady Jessica (Rebecca Ferguson) jugará un papel determinante como sacerdotisa que reemplazará a la Reverenda Madre del líder Fremen Stilgar (Javier Bardem), si es capaz de sobrevivir tras beber el ‘agua de vida’ que permite ver el pasado y entender el futuro.

Si bien los efectos digitales son espectaculares, con enormes naves espaciales que simulan verdaderas ciudades móviles, resulta sorprendente no ver un solo androide o robot en esta saga, más allá de helicópteros con rotores libélula y enormes máquinas extractoras de la codiciada ‘especia’, ese mineral que subyace en la arena desértica de Arrakis y cuya extracción es causa de la codicia, las intrigas y traiciones de poder, frente al deseo de los originales moradores de la tribu Fremen, invadidos por tropas de otros planetas que, aunque no poseen armas sofisticadas, controlan a los enormes gusanos que habitan bajo las arenas de Arrakis y les sirven tanto de armas destructoras como de transporte rápido colectivo (esto último lo deberían mirar, porque resulta altamente ridículo).

Tras el ataque y la supuesta destrucción de la casa Atreides por la casa de los Harkonnen con la toma del control de Arrakis, bajo la aprobación del Emperador Shaddam IV (Christopher Walken), la madre Lady Jessica (embarazada) y su hijo, el príncipe Paul Atreides, sobreviven y son amparados por la tribu Fremen donde con el tiempo van siendo aceptados. Stilgar, líder de los Fremen, cree en la leyenda del libertador y está convencido de que es Paul, quien da muestras de valor y estrategia en las batallas y promete llevarlos a la victoria.

Paul empieza a ser consciente de sus capacidades y de dónde proceden y, aunque enamorado de Chani, tendrá que decidir en el momento crucial cuál es su prioridad frente a la dificultad de hacer compatible el amor con las obligaciones del líder.

Un aspecto de gran relevancia geopolítica (en un universo de planetas habitables) es la gran similitud de los Fremen con una tribu inspirada en la religión musulmana y la forma de vida de los bereberes en el desierto, sus costumbres en el vestir (incluido el uso del velo y hasta del burka) o en ritos religiosos separando a hombres y mujeres, aunque se distancie de ello en la expresividad sensual. Esto lleva a los espectadores a identificar a ‘los buenos’ con la tribu Fremen (incluyendo a Paul con sus promesas de salvación y liderazgo), por un lado, y a ‘los malos’ con las casas invasoras de Atreides, Harkonnen, etc., cuando, en nuestra realidad actual, estos últimos serían asimilables a los actuales países de la cultura occidental, mientras que los Fremen se acercarían más, por tanto, a los islamistas enemigos de Occidente, proyectando un mensaje de futuro inquietante en el siglo CII.

En las actuaciones, Bardem (Stilgar) no tiene su momento de esplendor como en la primera parte, aunque acumula más minutos. Chalamet (Paul Atreides) se consagra como un actor de carisma, buena interpretación, si bien su físico tan endeble no se presta a tanta contundencia en las luchas cuerpo a cuerpo, aunque disponga de otros poderes. Pero quien está insuperable es Zendaya (la Fremen Chani) absolutamente creíble por su físico y por una interpretación perfecta.

Aun siendo una buena continuación de la primera parte de ‘Dune’, con mejores efectos, sólidas interpretaciones, mayor número de actores y más metraje (sobra mucho en la primera hora y falta al final, donde se apelotonan acontecimientos), no llega a la intensidad enigmática de la primera parte, o quizá ya nos hayamos acostumbrado a la aridez, al calor, los enormes gusanos y los filtros naranja. Tendremos seguramente que esperar hasta 2028 para conocer el desenlace, y vete tú a saber si ganan los buenos o los malos, pues el universo parece estar al revés y hay amenaza nuclear.
Deckard
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