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España España · Vitoria-Gasteiz
Voto de Badu:
10
Thriller. Drama Una joven drogadicta embarazada da a luz en medio de una de sus crisis. Incapaz de ocuparse del bebé, lo vende a una matrona dedicada al tráfico de niños. Arrepentida, la joven tratará de recuperarlo. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2020
17 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el universo de la película “Baby” (2020) observo tres zonas que conviven en armonía pero que a su vez tienen sus propias credenciales: el mundo urbano (impersonal, frío, moderno y enfermo), el mundo rural (personal, retro, igualmente enfermo) y el mundo natural (habitado por animales que conviven en armonía con los humanos). La clave de la película para ensamblar estas tres zonas está en los títulos iniciales que a través de su cubierta nos abren las páginas y las puertas a un cuento. Por ello entrar en “Baby” es entrar en una realidad paralela, porque la película supone una brillante metáfora sobre nuestra realidad.

Juanma Bajo Ulloa, el director de “Baby”, ya había explorado el formato de cuento en su cortometraje “El reino de Víctor” pero también en la vertiente dramática de su cine (la formada por los largometrajes “Alas de mariposa”, “La madre muerta” y “Frágil”), vertiente que convive también con géneros tan diametralmente opuestos en el resto de su carrera como la comedia (“Airbag” o “Rey gitano”) o el documental (por ejemplo, su maravilloso “Distrito 14: historia de un grupo de rock”). En esta ocasión, Bajo Ulloa presenta una película sin diálogos, que no muda, porque cuenta con un apabullante trabajo sonoro (obra de Iñigo Olmo y de Martín Guridi) y con la mejor banda sonora (obra de Koldo Uriarte y de Bingen Mendizabal, este último, compositor habitual de este director) que ha tenido una película española desde que Fernando Velázquez compuso para J.A. Bayona “Lo imposible”. Una de las cosas más llamativas de “Baby” es la manera en la que el autor de “La madre muerta” teje su particular tela de araña valiéndose de un trabajo de cámara y de planificación tan buenos que hacen que gracias a un montaje simplemente perfecto (obra de Demetrio Elorz) una imagen lleve a la otra, haciéndonos escuchar a los espectadores el mismo idioma en el que hablan sus protagonistas: en cine.

La película está interpretada con maestría por un reparto íntegramente compuesto por actrices que encarnan personajes sin nombre y que dan lo mejor de su oficio sin que la película contenga una sola línea de diálogo: la protagonista Rosie Day (atención a su mágico uso de los silencios y de las miradas, incluidas las veces en que no tenemos del todo claro si las que se producen entre el resto del reparto y ella mientras está escondida se llegan a cruzar o no), Harriet Samson-Harris (presencia arrebatadora que asume un papel de dominadora, siendo este tipo de rol habitual en la filmografía de su director, con “La madre muerta” a la cabeza), Natalia Tena (inolvidable como albina sádica llena de crueldad pero también de vulnerabilidad), Mafalda Carbonell (el gran descubrimiento de la película, en un rol de niña asesina en plena edad del pavo), Natalia Ruiz (enigmática como ninguna en el papel de dealer de la protagonista) o Charo López (majestuosa, una pena que sólo aparezca durante unos escasos minutos al comienzo de la cinta). Todo ello ayuda a configurar un cuento de hadas y brujas, de animales y casas encantadas. La película se vale de una dirección artística de Llorenc Mas que pasará a los anales de nuestro cine (ver la mansión en la que acontece la mitad de la cinta, de un preciosismo estremecedor), al igual que el vestuario de Azegiñe Urigoitia (ver cómo define a cada personaje de un plumazo y de forma icónica) y a la impresionante labor de Josep M. Civit (colaborador habitual en el cine de Agustí Villaronga) en una dirección de fotografía que bebe tanto del expresionismo alemán de F.W. Murnau como del cine de Ingmar Bergman. Mención aparte para los invisibles efectos digitales de Juanma Liceras, aquellos que verdaderamente son buenos.

Si Luis Buñuel metía a los ricachones protagonistas de “El ángel exterminador” en una mansión de la que no pueden salir, Juanma Bajo Ulloa hace algo similar con sus protagonistas para elaborar una dura metáfora sobre nuestro mundo, ese que no puede seguir avanzando en la dirección que va y cuyos resultados estamos padeciendo.

“Baby” es cine en estado puro. El mejor ejemplo para corroborarlo es el papel que la naturaleza juega en la película. Juanma Bajo Ulloa nos plantea un mundo, un ecosistema, en el que todo está conectado con todo, como si el planeta fuese un ser único con diferentes organismos conectados entre sí. Es curioso cómo sin estos planos del reino animal el contenido de la película no variaría absolutamente nada pero gracias a ellos, esta adquiere una personalidad propia.

Partiendo de la triste historia de un alma rota (al fin y al cabo, ¿cuál no lo está?) asistimos a esta reflexión sobre cómo las personas han perdido su capacidad de amar y de ser amadas, a un viaje que va desde el temor al amor. Cine para degustar, no de consumo rápido, aunque como obra de entretenimiento también valga; cine a contracorriente de la industria pero no del público; cine de ese que no hay que interpretar de una única manera ya que nos privaría de hacer una reflexión personal sobre lo que hemos visto; cine que abre tu mente y tu corazón porque no te dice lo que tienes que pensar sino que deposita confianza en un espectador entregado e inteligente. Difícil no enamorarse de ella, una de las pocas cosas buenas que nos ha dado este 2020, una obra que dinamita los estándares de la industria desde la honestidad. A día de hoy “Baby” es una película joven a la que los años le sentarán de maravilla. Cuando los haya cumplido se convertirá en un clásico, mientras tanto, se queda en una arriesgada y desafiante obra maestra sobre esa segunda oportunidad que todos nos merecemos.

Juanma Bajo Ulloa, en opinión de quien esto escribe, el mejor director de cine de este país, ha preparado un solomillo en un mundo de McDonald’s. Gracias, Juanma Bajo Ulloa, por tu talento, por el de tu equipo y por la potencia de tu cine. La experiencia de ver “Baby” en un cine me acompañará para siempre. Me voy a mojar: me parece la mejor película de su director, y eso es mucho.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Badu
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