Oliver Stone se basó en dos libros para realizar su película: “On the trail of the assasins” de Jim Garrison y “Crossfire: The plot that killed Kennedy” de Jim Marrs. Ambos sostenían la teoría de que hubo una conspiración para asesinar al Presidente Kennedy.

Sin embargo oficialmente la explicación era muy distinta. Las conclusiones del informe que el FBI elaboró para la comisión Warren confirmaban que Lee Harvey Oswald era el único responsable de la muerte del Presidente de los Estados Unidos y que había actuado solo y por cuenta propia. También decían que se efectuaron únicamente tres disparos desde una ventana de la sexta planta del edificio del Depósito de libros de Dallas. Este informe dejó descontento a gran parte del pueblo americano, ya que no despejaba algunas de las principales incógnitas relacionadas con ese terrible acto que conmocionó a América. Oliver Stone quiso hacerse eco de este descontento y explicarle al mundo la teoría de la conspiración contra Kennedy.

La polémica estaba servida ya que el director cuestionaba en la gran pantalla la versión oficial que se había mantenido hasta ese momento. Y lo hace de una manera sobria, sin sensacionalismos, sin recrearse en las imágenes en las que Kennedy recibe el disparo y mostrando uno a uno los puntos oscuros del informe de la comisión, ofreciendo en su lugar una explicación razonable. Sus 190 minutos de metraje pasan casi sin enterarte porque la trama es muy interesante y mantiene un nivel de intriga que te hace estar pendiente de cada escena, de cada personaje. Hablando de personajes, las interpretaciones son impecables y, al igual que la dirección, muy sobrias y sin exageraciones.
En definitiva, muy buena película.